El efecto Donald Trump sobre el libre comercio

NÚMEROS CLAROS
Pese a las encuestas en contra, Donald Trump podría llegar a La Casa Blanca en noviembre próximo, y así como se le ha dicho no a la Unión Europea en el Reino Unido y no a Canadá y los Estados Unidos en Europa, mañana se le podría decir no al TLCAN, poniendo fin al sueño americano de México, haciendo que el país se enfrente a su realidad y a sus problemas que debe solucionar para crecer, reducir la pobreza y buscar su desarrollo a partir de sus fuerzas internas.

En neoliberalismo ha basado sus políticas comerciales en el libre comercio; sin embargo, hoy sus beneficios son cuestionados por las fuerzas conservadoras. No son los liberales, ni los socialdemócratas, ni los socialistas, ni comunistas que hoy están en la cúspide de las críticas al libre comercio; por el contrario, son las fuerzas conservadoras que lo cuestionan.
    No se trata sólo de los líderes conservadores que impulsaron el Brexit en el Reino Unido, sino de muchos otros líderes de la derecha europea y Donald Trump en los Estados Unidos, quienes cuestionan los beneficios del libre comercio, al considerar que la creación de zonas de libre comercio o mercados más amplios, sin barreras a la libre circulación de mercancías y capital, terminan llevándose los beneficios a los países de menor desarrollo.
    La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha estado trabajando para convertir al planeta en una enorme unión aduanera, para eliminar las barreras a la libre circulación de productos, servicios y capitales. El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), han insistido a lo largo de los últimos cuarenta años en los beneficios del libre comercio para los países; de tal forma que en los años setentas del siglo pasado, las políticas comerciales emprendidas por los países asiáticos, los tigres asiáticos, fueron un modelo para otros y la referencia de un modelo del BM y del FMI.
    En los últimos treinta años, la Unión Europea ha sido el mejor ejemplo de lo que puede lograrse al profundizar el libre comercio y crear mercados mucho más amplios sin restricciones para la libre circulación de productos, servicios, capitales y personas, pues es, sin duda, el modelo más avanzado de integración de las economías nacionales, de lo que se pueden hacer las naciones cuando trabajan juntas poniendo a un lado las diferencias étnicas, lingüísticas, culturales y de desarrollo.
    Sin embargo, en espacios económicos comunes, donde las empresas y el capital pueden circular sin restricciones, eligiendo el mejor lugar para establecerse de acuerdo a sus intereses y siempre en busca de obtener los máximos beneficios, ellas han buscado los países donde la mano de obra es más barata, donde abundan las materias primas, donde los costos de transportación de las mercancías a los mercados es menor; todo dentro de lo que en economía se denomina ventajas comparativas, provocando que se creen más empleos de un tipo en una país en comparación con otro, o que en un país se produzcan más bienes que en otro y, por ende, que sus exportaciones se multipliquen.
    Precisamente, los Estados Unidos, Canadá y México, al crear la zona libre comercio de América del Norte con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1993, al eliminar las barreras para la libre circulación de bienes (productos y servicios) y del capital, dejando cada país miembro sus barreras arancelarias respecto al comercio con terceros países, provocó que cientos de empresas vieran en México la mejor opción para instalarse, debido a la abundante mano de obra barata en la mayoría de los sectores y disponibilidad de materias primas.
    De tal suerte que no sólo las empresas de los Estados Unidos y Canadá tomaron la decisión de instalarse en México, sino también aquellas de Asia y Europa, a fin de exportar sus productos a los Estados Unidos libres de aranceles, respetando las reglas de origen, lo que sin duda se ha visto como una exportación de empleos de los Estados Unidos hacia México o de Europa hacia nuestro país; tema que ha explotado el candidato Donald Trump en sus campaña hacia La Casa Blanca.
    Pero al Brexit ahora se ha sumado el fracaso de las negociaciones para crear una zona de libre comercio entre Canadá y la Unión Europea (CETA), debido al rechazo de la comunidad francófona de Bélgica al mismo, lo cual hace cada vez más lejana la posibilidad de concretar en el futuro; pues el CETA aún no está muerto, sino pareciera estar en la sala de cuidados intensivos, buscando convencer a quienes se oponen a ella.
    Pero no sólo se ha detenido y cuestionado la creación de la zona de libre comercio entre Canadá y la Unión Europea, sino que la oposición al proyecto de acuerdo comercial transatlántico entre la Unión Europea y los Estados Unidos (TTIP) se sigue reforzando al interior de Europa, poniendo en jaque al libre comercio en el mundo. En todo este fracaso de los acuerdos comerciales en proceso, se palpa el efecto Trump, que ha puesto en duda los beneficios del libre comercio para los países desarrollados, hoy hundidos en la crisis iniciada en 2008.
    Pese a las encuestas en contra, Donald Trump podría llegar a La Casa Blanca en noviembre próximo, y así como se le ha dicho no a la Unión Europea en el Reino Unido y no a Canadá y los Estados Unidos en Europa, mañana se le podría decir no al TLCAN, poniendo fin al sueño americano de México, haciendo que el país se enfrente a su realidad y a sus problemas que debe solucionar para crecer, reducir la pobreza y buscar su desarrollo a partir de sus fuerzas internas.

(DIARIO PLAZA JUÁREZ)

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