La batalla por Mosul: ¿El Waterloo de ISIS?

Esta semana, Leonardo Curzio me preguntó si la batalla que se está librando por Mosul, la segunda ciudad iraquí, representa el Waterloo de ISIS. Yo le respondí que probablemente es el Waterloo del ISIS que conocemos, pero que estamos ante un cambio de fase. Esto se debe a que ISIS no es una cosa, sino muchas. Una parte de ISIS sí va a ser radicalmente transformada. Otras no. Es decir, probablemente ISIS sabía desde el inicio que el conquistar vastas porciones de territorio, y posteriormente fundar en ese territorio un pseudo-Estado, era algo temporal, una táctica dentro de una lucha mayor.

En efecto, con la caída de Mosul, sumada a las otras derrotas que ISIS ha sufrido, se asesta un enorme golpe a su corazón, la matriz. Quizás esa rama en particular regresará a ser lo que era antes de llamarse ISIS: una organización operando de manera furtiva con algunos cientos de militantes, pero con gran capacidad para seguir cometiendo actos terroristas. La cuestión es que, a lo largo de los últimos años, ISIS fue montando una estructura que rebasa a esa matriz, la cual consiste de: (a) ISIS-filiales. La mayor parte de estas filiales fuera de Irak y Siria, son grupos preexistentes que cambiaron su lealtad de Al Qaeda hacia ISIS; (b) ISIS-Células: Grupos más pequeños que las filiales como quienes perpetraron los ataques de París o Bruselas; (c) ISIS-operativos en línea y reclutas virtuales: Esta rama se encarga de detectar potenciales seguidores, reclutarlos e instruirlos para atacar, todo a distancia; y por último (d) ISIS-lobos solitarios: individuos sin liga o conexión operativa con ISIS, pero que son inspirados por ésta.

Ahora bien, Mosul es importante también desde lo simbólico. Mosul es todo lo que el concepto del “Estado Islámico” quería transmitir: Una gran ciudad de millones de habitantes, con una vida “normalizada” a partir de un gobierno justo, eficaz y moral. Esta idea se desmoronará cuando las tropas iraquíes, asistidas por diversas milicias y por Washington, recupere esa ciudad para Irak.

Varios problemas, sin embargo, se presentan durante y tras esa batalla. El primero, la vida y seguridad de los cientos de miles de civiles que quedarán atrapados, y la posibilidad de que ISIS los utilice como escudos. El siguiente, las disputas sectarias en Irak. De hecho, si ISIS creció como lo hizo, ello tuvo que ver, en buena medida, con esas disputas. La conquista de Mosul representa la labor conjunta de una serie de grupos que enfrentan a un enemigo común, pero que tras esa batalla podrían no ser tan amigables entre sí. El reto del Estado iraquí será, entonces, construir en la fase post-Mosul condiciones para una paz incluyente y desde la raíz.

Por último, queda ahí el reto mayor: comprender que ISIS contaba con la pérdida de Mosul, así como la de todas las ciudades mayores que conquistó. La supervivencia de su idea y de su lucha se traslada hacia los otros varios componentes de la organización señalados arriba. Combatirle, por tanto, no es necesariamente más simple. Supone conocer cada uno de esos componentes, entender la conflictiva local que rodea a cada una de las filiales, prever las tácticas que estarán empleando las muchas células que se han preparado para este momento, contrarrestar la capacidad de inspiración y atracción de potenciales reclutas virtuales o lobos solitarios. Así que Mosul podría ser quizás el Waterloo de esa parte territorial y visible del ISIS que conocemos, pero no lo es de esa otra parte, la que opera bajo las coladeras, entre las redes virtuales, la que ha conquistado un territorio que no es material.

Twitter: @maurimm

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