Home Orbe Libia, del infierno con Gadafi a la pesadilla sin él

Libia, del infierno con Gadafi a la pesadilla sin él

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Otro de los errores del Imperio gringo
●    Cinco años después de la muerte del dictador el país se descompone en una carrera por el poder y el dinero

El poder real en Trípoli se reparte entre más de 50 milicias. En cada barrio suele haber puestos de control. Serraj apenas puede garantizar su propia seguridad y la de los miembros del Consejo, que también se encuentran divididos. Y más allá de Trípoli, su influencia es aún más escasa. Desde que Serraj llegó al país hace siete meses ha viajado en decenas de ocasiones al exterior y ninguna al Este, donde el poder recae en la Cámara de Representantes, que no reconoce a Serraj.
En la noche del 19 al 20 de octubre de 2011 Muamar el Gadafi resultó herido por un ataque aéreo de la OTAN cuando intentaba burlar el asedio a Sirte. De inmediato fue capturado, linchado y asesinado por las milicias de Misrata. Cinco años después, el panorama en Libia es desolador.
La comunidad internacional mira con impotencia cómo se diluye en la insignificancia el Gobierno de Unidad Nacional que propició en diciembre de 2015 en Marruecos. Los diplomáticos que llevan dos años intentando reconciliar a las partes echan en falta un Nelson Mandela libio con altura de miras. “Se puede hablar de islamistas y antiislamistas, pero la verdadera batalla en Libia es por el poder y el dinero”, comenta un observador europeo que conoce a buena parte de los personajes implicados.
En una ciudad costera del este como Sabrata, que vivía de la pesca, el comercio y el turismo, ahora una parte de la población gana dinero con el tráfico humano, según refiere la misma fuente.
Cada año salen de las costas libias más de 150.000 inmigrantes dispuestos a rifarse la vida en el Mediterráneo. El petróleo sigue siendo la principal vía de ingresos para los seis millones de libios, pero la producción ha bajado un tercio desde 2011.
Hay 1.800.000 personas con necesidad de recibir ayuda internacional y 400.000 desplazados. Y todos los bandos enfrentados han cometido crímenes de guerra, según Amnistía Internacional.