Necesitamos más que promesas…

Necesitamos más que promesas…

Pido la palabra

En estos escasos días de campaña, habremos de ser testigos de una marabunta con colores representativos de todos los Partidos Políticos; pues sin excepción alguna,  cuando se trata de buscar el voto no importa al candidato los caminos que tenga que recorrer, hasta a los lugares más recónditos de país llegarán las brigadas de promoción del voto partidista; así, veremos a grupos vestidos con la más amplia gama de colores distintivos de cada Partido; sí, diferentes colores, pero todos con un solo objetivo, captar el voto ciudadano mediante la venta de la mejor imagen del candidato en turno.

Las baterías ya han sido cargadas, los cañones están apuntando a su objetivo, los candidatos empezaron a disparar en su campo de batalla, y, ¡A PROMETER SE HA DICHO!, da comienzo la historia de siempre, ellos, los candidatos, ya saben el camino y nosotros lo damos como un valor entendido, recibirlos en las reuniones previamente concertadas, hacerles un sinnúmero de planteamientos, y ellos, a prometer la gestión que tal vez en años no veremos llegar, pues si la cumplen se quedarían sin elementos de promesa para la siguiente campaña; pues como ya lo sabemos, si no se cumple no pasa nada, ya que para una promesa no existe ninguna obligación para su cumplimiento

Algunos candidatos, quizá los más experimentados, son ambiguos en sus compromisos con la finalidad de evadir fácilmente la responsabilidad que representaría un incumplimiento, y por ello, cuando exponen sus proyectos para ganar simpatizantes, hacen gala de la retórica para prometer sin comprometerse al decir que “en caso de que el voto popular me dé el triunfo, procuraré buscar mecanismos para gestionar los apoyos que la comunidad me está solicitando, y seré la voz de pueblo que hasta ahora no ha sido escuchada”; si lo repiten ustedes con el clásico tono de político de pueblo seguramente se escuchará mejor.

Llegando al puesto afanosamente buscado, sus resultados normalmente se quedan en eso, en simple “procuración” de buenos deseos, pues en buena parte de los casos, su incapacidad los pierde y son absorbidos de inmediato por las telarañas de un sistema burocrático que le proporciona privilegios y buena vida, y por lo general, el candidato ganador que en campaña se ensuciaba los tenis nuevos en sus recorridos casa por casa, pocas veces se vuelve a presentar a las comunidades que le dieron el voto confiando en sus palabras huecas de contenido del discurso de campaña.

Hay otros candidatos que utilizan otra estrategia de captación de votos, eficiente para el objetivo, pero peor o igualmente criticable que la ambigüedad, pues en su meta de ganar las elecciones, se ponen a prometer hasta lo que conscientemente saben que no van a poder cumplir, pero prometerlo no importa, ya luego se ocuparán por buscar un pretexto para justificar su incumplimiento, o terminarán echándole la culpa al pasado, pues ese es el deporte favorito de muchos políticos.

Dentro de ese rubro, escucharemos a candidatos que prometerán “hacer más por la seguridad de las familias”, “otorgar apoyos para medicamentos a quien más lo necesite”, “gestionar la construcción de clínicas y hospitales”, “más apoyo para proyectos productivos para los jóvenes”, “aprobar más recursos para programas sociales”, “pugnar por la educación de calidad”, “más por los derechos de los trabajadores”, “¡Uff!” y “recontra ¡Uff!”, solo de imaginarme esas frases, aún sin escucharlos, ya me empaché, pues con el afán de ganar votos, nos prometerán que hasta harán llover bombones. Admito que junto con el “qué” me gustaría escuchar el “cómo”.

Amables candidatos, hoy todas y todos lo son, los ciudadanos no queremos campañas de promesas, tampoco queremos campañas llenas de guerra sucia o fuego amigo; no buscamos que nos digan que estamos jodidos, eso lo sabemos y nos damos cuenta de ello todas las mañanas y lo sufrimos todas las noches; lo que los ciudadanos queremos son proyectos viables y no atole con el dedo; no nos engañen con castillos en el aire, pues no olviden que “ante el vicio de engañar…ya se despertó la virtud de estar atento”.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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