HOMO POLITICUS

Trump y la fuerza blanca

El segundo debate presidencial de Estados Unidos dejó una verdad indiscutible: Hillary Clinton puede perder la carrera presidencial. 

 

Pese a que las encuestas dan una ventaja y consideran triunfadora a Clinton, cometió un error garrafal al llevar al debate al terreno de los ataques personales, que en vez de favorecerle, le situaron en desventaja ante un Donald Trump que le pegó hasta por debajo de la lengua ante las tropelías sexuales de su esposo y, la dejó noqueada. 

 

No existe una memoria clara en el electorado norteamericano sobre cuándo fue la última vez que aborrecieron a los candidatos a la presidencia; pero ni con las canallas y pendejos más grandes como Nixon, Reagan o la estela de los Busch, se dio tanto desdén y desolación en los ciudadanos que como con Hillary y el pato Donald.

 

 

 

En este escenario, si algo fortaleció al NAZITrump en el segundo debate, fue el hecho de que para el gringo común hacer comentarios de las nalgas de una mujer, o de que se van a tirar a una mujer, no es marcado estrictamente como “atroz” y, en los hechos, es una realidad común. Aunado a ello, Hillary sintió en carne propia las infidelidades de su marido,(Trump llamó a Bill Clinton “depredador sexual”), las cuales fueron ampliamente conocidas por propios y extraños y salieron a la luz del debate, cosa que fue achicando a Hillary, pese a que al norteamericano común, tampoco suele importarle mucho que su presidente sea un mujeriego, recordemos a Kennedy.

 

 

 

Pero la medula del probable triunfo de Trump, se encuentra en el encabronamiento de los sectores pobres y ricos con el establishment, por lo que los pobres blancos van a votar por Trump y lo mismo harán las elites que son también blancas, dos fuerzas nada desdeñables que pueden cambiar el rumbo de la historia.

 

 

 

Pero el cálculo no termina allí. Trump no tiene como enemigo efectivo a las minorías, porque de pelos más pelos menos 50 millones de minorías latinas, en la última elección presidencial sólo votaron 11 millones, lo cual no le haría el peso a la mayoría blanca.

 

 

 

Trump es el enemigo más serio de Trump, pero ni su racismo, ni su xenofobia, ni sus comportamientos sexuales lo han debilitado, por lo que pese a que los momios no le favorecen, los dados siguen en el aire.

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