NO LE HAGA SOMBRA A SU AMO

NO LE HAGA SOMBRA A SU AMO

FAMILIA POLÍTICA

Poderoso caballero es Don dinero”.

Quevedo.

SONETO

El amo brilla más que el resto de la gente.

No le importan la ciencia, la verdad ni los dioses,

Sólo busca la fama, sólo escucha las voces

Que ciñen con corona de lisonjas su frente.

El amo te desprecia por ser inteligente:

Le molestas, le irritas, siente celos feroces;

Disimula su envidia con elegantes poses

Mientras puede cambiarte por alguien diferente.

Si buscas el poder, al amo no hagas sombra,

Invisible deambula en medio de la corte.

Que no te miren cielo, que te pisen alfombra.

Lo que brilla se apaga, eso a nadie le asombra.

Si se opaca la estrella del amo, no te importe;

Más bien, a su caída, has generoso aporte.

La megalomanía (delirio de grandeza), es una de las características que definen la personalidad de ciertos personajes; esto abre las puertas a los aprendices de cortesanos, que siempre están detrás del amo para tratar de adivinar sus pensamientos. Muchos de los colaboradores del hombre de poder, se acercan y viven preocupados ante cualquier gesto o señal que les haga pensar o elucubrar, que su adorado amo no tiene para ellos reciprocidad en la adoración servil. Entre los hombres (y las mujeres) que pretenden ingresar a los círculos selectos del poder, se desarrolla una dinámica que suele transformarse en un peligroso juego. Por lo menos en la primera parte de la relación, el colaborador ofrece lo mejor de sí, al servicio del amo; no miente, no roba, no traiciona… ¡Claro! todas las normas de trato se desgastan por el uso y llega el momento en que el gobernante se cansa de sus colaboradores y estos a su vez, llegan a encontrar insoportable la relación.

Cuando un subalterno logra romper la barrera protectora que su amo tiene a su alrededor, todo es miel sobre hojuelas, pero es verdad que en la vida nada es para siempre “hasta la belleza cansa”; la inteligencia también llega a ser molesta cuando se está en constante contacto con ella.

Las formas de halagar a un mandatario son diversas: los obsequios siempre son un reto que obliga a meditar ¿qué le regalo a este señor, si todo lo tiene? Es ahí en donde interviene la creatividad, porque el amo no apreciará el obsequio por su valor pecuniario, sino por el tiempo que quien busca elogiar, dedique a la selección de un objeto que esté lleno de valores sentimentales para El Señor.

Robert Greene, sugiere que la relación suele cansar a ambas partes y que llega el momento en que, por gratitud, por conveniencia o cualquiera otra razón de ese tipo, el amo necesita un pretexto para separar de su cargo a algún colaborador incómodo.

 Así, busca pretexto para terminar con la cercanía y el vasallo procura no dar motivo alguno para que el amo lo despida. Greene relata una anécdota en la vida de Nicolás Fouquet, quien fuera Ministro de Finanzas de Luis XIV (Rey Sol), amante de las fiestas de gran boato y derroche. Para congraciarse con el soberano, Fouquet dio una fiesta con pretensiones de ser inolvidable: siete diferentes y exóticos platillos, la presencia de personalidades de la nobleza, la intelectualidad y los artistas sé dieron cita, ahí donde el gran Moliere estrenaría una de sus obras inmortales, antes de una impresionante lluvia de fuegos artificiales y un recorrido por los vastos y hermosos jardines.

Aparentemente todo fue un éxito rotundo, pero cuando Fouquet esperaba un ascenso en su carrera dentro de la alta burocracia, resulta que el rey desapareció el cargo al que aspiraba nuestro personaje; además, lo acusó de enriquecerse de manera brutal con los dineros del Estado y lo mandó prisionero a una de las cárceles más lejanas del reino, en donde murió después de veinte años. Es importante decir que los jardines de Fouquet sirvieron de inspiración para la hermosa estructura del Palacio de Versalles.

Otra anécdota en este sentido, se da cuando Galileo, el célebre astrónomo, al darse cuenta de que su talento era reconocido con loas y homenajes, pero nada de dinero, ideó la forma de utilizar su talento para abrir las puertas de la familia Médicis. Así, obsequió al duque de Gonzaga una serie de aparatos y un libro en donde narraba las actividades para descubrir las lunas de Júpiter y relacionarlas con el poderío y predestinación astral de los Médicis. Esto le dio resultado; así logró una colocación en la corte, con una excelente remuneración.

Como se advierte, no siempre un banquete sirve para conquistar favores, en cambio, la luz del genio suele brillar en cualquier parte y vestir con sus mejores galas a quien se acerca a él. 

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