La educación: inversión estratégica para alcanzar el desarrollo social inclusivo

La educación: inversión estratégica para alcanzar el desarrollo social inclusivo

IGUALDAD SUSTANTIVA, EMPODERAMIENTO EFECTIVO.

La publicación “El desafío de la sostenibilidad financiera de la educación en América Latina y el Caribe” de M. Huepe de la CEPAL de la ONU para la UNESCO 2024, destaca que invertir en educación de manera sostenida no sólo es urgente, dado el impacto de la pandemia en los sistemas educativos, sino que también es necesario para que la región pueda salir de la trampa de desarrollo en la que se encuentra. 

Establece que junto con ser un derecho, la educación es una inversión estratégica para alcanzar el desarrollo social inclusivo y avanzar en procesos de mayor productividad y crecimiento y, por tanto, es una pieza fundamental para la transformación de los modelos de desarrollo de la región por ser la educación un bien público con importantes beneficios individuales y colectivos, en particular, en términos de ingresos y acceso a empleos de calidad, y debido a su rol central en el camino hacia sociedades más democráticas y menos desiguales, y hacia modelos de desarrollo más inclusivos, productivos y ambientalmente sostenibles.

Garantizar una educación de calidad para todas y todos es una poderosa herramienta para disminuir la pobreza, aumentar la calidad de vida de la población y disminuir las desigualdades económicas y sociales que caracterizan a América Latina y el Caribe. 

Los rendimientos económicos que devienen de mayores niveles educativos son considerables e implica que aumentar la inversión para asegurar un acceso más equitativo e inclusivo a los sistemas educativos sería una manera efectiva de incrementar los ingresos de las personas con menor nivel socioeconómico dada la correlación negativa entre incidencia de la pobreza y la escolaridad promedio en distintos países de América Latina, demostrando en la región, que los mayores niveles de escolaridad promedio están asociados a menores niveles de pobreza monetaria.

Conjuntamente, la educación promueve la disminución de la desigualdad por medio de su impacto en la movilidad social y en la promoción del cambio cultural necesario para vivir en sociedades más cohesionadas. Por un lado, la educación otorga la posibilidad de que niñas, niños, adolescentes y jóvenes provenientes de hogares con menores recursos puedan vivir mejor que sus padres o cuidadores. 

Al respecto, Costa-Ribeiro analiza la movilidad social entre distintas cohortes de nacimientos en Brasil, y encuentra que el nivel educativo es el principal mecanismo del aumento de la movilidad entre las personas nacidas entre 1951 y 1981. Los efectos de la educación, plantea, están determinados por tres mecanismos: la expansión educativa, la igualdad de oportunidades educativas y los rendimientos de la educación, destacando la necesidad de que la región asegure una educación de calidad y pertinente para todas y todos. 

Y, por otro lado, la OCDE encuentra que, al cuestionar comportamientos discriminatorios desde edades tempranas, la educación desarrolla la tolerancia y apertura mental, y fortalece las redes de confianza y cooperación entre individuos.

Invertir en educación es crucial para contribuir al fortalecimiento democrático de los países, por ejemplo, se encuentra que el porcentaje de personas que apoya a la democracia frente a cualquier otra forma de gobierno aumenta conforme aumentan los años de escolaridad promedio del país.

Promover valores cívicos, una educación de calidad que permita a los estudiantes pensar de manera independiente, puede desarrollar el pensamiento crítico necesario, entre otras cosas, para combatir la desinformación y el auge de las fake news, flagelos que contribuyen a la polarización política de las sociedades y que debilitan sus instituciones y procesos electorales.

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