Un loco ahora en lucha interna
● “Qué bien que me he liberado de los grilletes y ahora puedo luchar por América como yo quiero”, afirma tras la disputa con el líder de la formación conservadora
Paul Ryan anunció que no hará campaña con Trump y se dedicará a trabajar por conservar el control del Senado y la Cámara de Representantes. Trump replicó en Twitter: “no debería perder su tiempo atacando al candidato republicano”, lo que muestra lo quebrada que está la formación
El enfrentamiento entre la dirección del Partido Republicano y su aspirante presidencial llegó ayer a tal punto que Donald Trump es ya, de facto, una suerte de candidato independiente, si es que alguna vez fue otra cosa. El empresario se ha revuelto contra Paul Ryan, el líder de la formación en Washington y un referente del pensamiento conservador, por el rechazo de éste tras la última polémica del neoyorquino.
“A pesar de ganar el debate es difícil hacerlo bien cuando Paul Ryan y otros te dan un apoyo cero”, arrancó ayer en Twitter. “Nuestro débil e inefectivo líder, Paul Ryan, tuvo una mala conferencia telefónica donde sus miembros protestaron por su deslealtad”, añade, para advertir, acto seguido, de que ya no siente ningún deber con el partido: “Qué bien que me he liberado de los grilletes y ahora puedo luchar por América como yo quiero”.
Así es como Trump se ha situado al borde de la ruptura con la formación, que no había vivido una guerra civil semejante en la historia reciente. Ayer la campaña de Trump no era contra Hillary Clinton, su rival demócrata en la carrera a la Casa Blanca, sino contra los propios republicanos.
El empresario ha llegado a quejarse de que los demócratas “son más leales” que sus compañeros de partido. Y no solo eso: “Los desleales republicanos son de lejos más difíciles que Hillary la deshonesta. Te vienen de todos lados. No saben ganar. Yo les enseñaré”, espetó.
La decisión de Ryan de dejar de hacer campaña por Trump llegó el lunes tras un fin de semana frenético, marcado por la retirada de apoyos republicanos a su propio candidato, sacudidos por la filtración de un vídeo de 2005 en el que Trump hablaba de un modo agresivo y soez sobre las mujeres, en una conversación de alto contenido sexual.
Hubo un día, al principio de las primarias, el pasado mes de enero, en que Donald Trump dijo que podría plantarse en medio de la Quinta Avenida, disparar a alguien, y ni así perdería votos. Su victoria aplastante entre los aspirantes republicanos a la Casa Blanca y el hecho de que nunca se ha alejado demasiado en las encuestas de Clinton, pese a todas las polémicas en las que se ha visto envuelto, le daban la razón. Le dieron durante meses la razón.