LOS CORTESANOS

LOS CORTESANOS

FAMILIA POLÍTICA

“Cuando se pierde la vergüenza y el decoro,

queda la adulación como argumento”.

PGH

La política, por lo menos en el Hidalgo de nuestra circunstancia, atraviesa por una anarquía que raya en el nihilismo. Al agotarse el tiempo del partido casi único, prácticamente se están borrando las normas que, dentro del pragmático sistema, tuvieron vigencia y que se remontan a muchos años de práctica, casi siempre sin fundamento escrito. Cuando se juzga a Maquiavelo con justicia, uno se aleja de la tentación de atribuirle la creación de un inframundo de intrigas, maldades, hipocresías, trampas… para conseguir y en su caso, preservar el poder en el naciente Estado Renacentista. A la luz de los modernos estudios de ciencia política, El Príncipe no es un catálogo de deslealtades, sino una lista de consejos que un burócrata en uso de sus talentos desconocidos, daba a su jefe en desgracia para que, algún día, en su resurrección, pudiera tenerlo junto a él en un cargo de poca relevancia, porque éste era el nivel de Don Nicolás Maquiavelo.

Es importante entender que a raíz del surgimiento de las diferentes estructuras estatales (aún cuando el Estado no se llamaba así, la lisonja y las indignidades que los pueblos y los individuos llegan a hacer, aun exponiéndose a perder el respeto hacia sí mismos. La política y los políticos estamos desprestigiados, no solamente en el ambiente público, sino en los mentideros sociales, dentro de los cuales mucha gente mira con desprecio a quien sobrevive por generaciones como servidor público, aunque, reconozcámoslo, existen admiradores de la riqueza, cualquiera que sea su origen.

Desde la vieja China hasta los distintos imperios de la antigüedad, las maneras que surgen de la actuación para lograr o retener el poder, nos incitan a seguir y practicar consejos. Estos se dan inclusive con Maquiavelo, quien permanece hasta la actualidad como una especie de Gurú. Los políticos contemporáneos lo imitan de manera profesional y buscan el sentido y la praxis de sus tesis. 

Robert Greene y Joost Elffers, con base en estudios multifacéticos y politemporales, ya sin cuidar las formas para dar a la política y a los políticos, en la búsqueda y ejercicio del poder una faz respetable; de manera descarada transmiten consejos, algunos de los cuales me permito adecuar enseguida:

Evite la ostentación. Nunca será prudente hablar mucho de usted mismo. No llame demasiado la atención en relación con sus acciones. Cuanto más hable sobre lo que hace, más sospechas despertará, además generará crecientes envidias entre sus pares; esto los puede inducir a clavarle un puñal por la espalda o a administrarle una comedida, pero letal, dosis de veneno.

No se exceda en loas en torno a su jefe. Se puede pensar que los personajes encumbrados nunca se cansan de que los elogien; pero los excesos disminuyen, con el uso, su valor, además despiertan celos y suspicacias. Aprenda a halagar en forma indirecta; incluso desmerezca sus propios méritos para que la gestión de su jefe parezca más importante.

Cuide su estilo y su lenguaje de acuerdo con las personas a quienes trata. Según las tendencias igualitarias de nuestro tiempo, la idea de que al hablar y actuar de la misma manera que aquellos que comparten su ambiente, sin diferencias de rango, es un grave error. Quienes se ubican por debajo de Usted, interpretarán tal actitud como una manera de condescender; aquellos que están por encima de Usted se sentirán ofendidos, aunque no lo admitan. Deberá adecuar su estilo y su forma de hablar con cada individuo que lo rodee. Esto no es mentir sino actuar y la actuación es un arte; apréndalo.

No se convierta en chivo expiatorio. Nunca sea portador de malas nuevas. El rey mata al mensajero que trae malas noticias, es un lugar común, pero contiene una gran verdad. Usted deberá hacer todo lo posible, hasta mentir y hacer trampa, de ser necesario, para asegurarse de que la suerte del portador de malas notas recaiga en otros. Lleve solo buena información y su amo se sentirá feliz cuando lo vea acercarse.

Nunca presuma de la “amistad” de su jefe. Las actitudes de intimidad con el poderoso van en contra de lo que el amo quiere: un subordinado, aunque no sea su amigo, nunca se refiera a él con tono informal o amistoso; esto es algo reservado con exclusividad. Si él decide tratarlo con excesiva confianza, Usted debe dejar claras las distancias. 

Nunca critique a sus superiores. No dé opiniones si no se las solicitan; es preferible ser sutil, que pecar de lo contrario. 

Sea moderado al pedir favores a sus superiores. Nada irrita más que rechazar la petición de un subordinado, pues ello genera culpa y resentimiento. Procure pedir favores lo menos posible; sepa cuándo detenerse.

Con fines puramente didácticos, trasladé algunas ideas de la prosa anterior, al lenguaje y las normas preceptivas de un Soneto Alejandrino:

La ostentación es vicio de vacuo narcisismo;

A los éxitos propios no des mucha importancia.

Frugal en los elogios, distingue tu presencia

Con un claro lenguaje, diferente y el mismo.

Nunca portes noticias que lleven pesimismo,

Ni la amistad de tu amo presumas con jactancia.

No critiques a otros de mayor importancia,

Ni hagas bromas pesadas con pícaro cinismo.

Obsérvate, critícate, conviértete en espejo,

Imagínate cómo te miran los demás.

No te quedes atado al paradigma viejo.

Sé fuente de placer, de amargura, jamás.

Modérate al pedir favores o consejo;

Adula, finge, intriga… ¡cortesano serás!

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