RELATOS DE VIDA
Esperaba paciente al interior del carro la llegada de ayuda, que minutos antes había solicitado, tras haber quedado parada por la falta de gasolina, ante el descuido de cargar antes de partir a su destino.
Mientras aguardaba, puso algo de música para amenizar la espera, y desde su dispositivo avanzó en pendientes para que al llegar a casa no la atacara el estrés por estar atrasada.
Los primeros 20 minutos pasaron rápido, pero la caída de la noche, la comenzó a desesperar e inquietar, trató de entretenerse observando todo a su alrededor, una mala idea, pues al mirar que solo había un casco de hacienda y dos casas, intensificó su angustia, que apenas hacía su presentación.
Se encontraba en una comunidad asentada en un cerro, a lo lejos se podía ver el inicio de la mancha urbana de la ciudad, en donde deseaba estar para darse un buen baño, prepararse una cena caliente y después descansar.
En el punto donde seguía esperando, la oscuridad ya era la protagonista, y el aire parecía su fiel guardián, amedrentando a todo ser viviente que rondara por los rumbos, con resoplidos que movían las ramas y hojas de los árboles e intimidando con sonidos estruendosos.
Pese a estar al interior de su automóvil se sentía insegura, miraba constantemente a su alrededor, subía y bajaba el volumen de la música, e intentaba hacer llamadas que no eran respondidas.
Para calmarse, cerró los ojos y se imaginó en casa disfrutando de su serie favorita y un café espumoso, y de repente un golpe en la ventana la sacó del trance, por fin la ayuda había llegado y pronto estaría en su hogar.
