RETRATOS HABLADOS
Algo no cuadra ni en la precampaña de la hidalguense, Xóchitl Gálvez Ruiz, ni en la de la defeña, Claudia Sehinbaum Pardo, una con 61 años de edad, la otra con 62, apenas meses de diferencia. Se trata pues de mujeres maduras, con una trayectoria política importante, y un discurso que resulta coincidente en muchos sentidos, pero que se distancia radicalmente, a partir de sus respectivas nominaciones.
Ambas estuvieron ayer en Hidalgo. Ambas se mantienen en un esquema de precampaña sin variantes espectaculares, simplemente acorde a lo que se esperaba de ellas, y a lo que esperan seguramente sus reales seleccionadores.
Al final del día habrá de imponerse la decisión de una mayoría que, por simple lógica, no irá en contra de sus propios intereses. Mayoría que, por elemental lógica, se encuentra en el ejército civil de beneficiados con apoyos, como ha sucedido en el pasado, en el presente y en el futuro.
Pero, y esto es lo preocupante, también el ejército uniformado, igual seguramente más beneficiado, pero que depende de los civiles para huir de la tentación al poder por la fuerza.
Así que de antemano conocemos el desenlace, pero sin duda, y aquí si cabe el simple razonamiento: nadie, absolutamente nadie, debe recibir el poder absoluto, porque enloquecerá, porque perderá el equilibro que otorga el cuestionamiento que otro poder real le puede hacer. Y si no cuestionamiento, por lo menos la señal de alerta de que se acerca al despeñadero del poder enervante.
Y el camino para que esos eventuales equilibrios sobrevivan, son las Cámaras, la de diputados y senadores.
Por ahí existe una alternativa real para que, quien sea la ganadora, nunca caiga en la trampa de empezar a ver el Monte Olimpo como destino a su existencia.
Ayer estuvieron en Hidalgo dos mujeres en precampaña, y una, sin duda, será presidenta de la República Mexicana, la primera en toda nuestra historia, y eso, como sea, ya es un cambio.
Mil gracias, hasta mañana.
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