La Tlaltecuhtli y sus colores, en Bellas Artes

POLICROMÍA DE LA ESCULTURA ANTIGUA
●    La muestra, denominada El color de los dioses, se inaugurará el 10 de octubre en el Palacio de Bellas Artes e incluirá ejemplos del arte griego, romano y mesoamericano

A diez años de su descubrimiento, el 2 de octubre de 2006, el monolito de la Tlaltecuhtli protagonizará una exposición dedicada a resaltar la policromía de la escultura antigua. La muestra, denominada El color de los dioses, se inaugurará el 10 de octubre en el Palacio de Bellas Artes e incluirá ejemplos del arte griego, romano y mesoamericano.
Organizada por el INBA, INAH y dos museos alemanes, esta exposición tendrá como pieza ejemplar del arte mesoamericano una réplica de la “diosa de la tierra”, monumental escultura que destaca por sus dimensiones y porque, después de cinco siglos de enterramiento, logró mantener gran parte de sus colores originales. Es justo ahí donde radica su singularidad, asegura en entrevista la restauradora María Barajas Rocha, quien coordina los trabajos de conservación de la escultura: “Tenemos evidencia de la policromía en otras esculturas monolíticas, pero la de “la diosa de la tierra” es el primer ejemplo donde podemos ver conservada la policromía en su totalidad”.
Para la especialista, el hecho de que esta escultura labrada por los mexicas hace más de 500 años conserve hasta nuestros días sus colores se debe principalmente al contexto lacustre del subsuelo donde permaneció durante siglos y a los trabajos de conservación que se le han dado desde que salió a la luz aquel 2 de octubre, cuando el equipo del Programa de Arqueología Urbana, entonces liderado por el arqueólogo Álvaro Barrera, la halló en el cruce de Guatemala y Argentina. En esto, asegura, tuvo un papel crucial la restauradora Virginia Pimentel, quien desde que la vio se aferró a cubrir sus relieves y evitó que fuera sometida a una limpieza inmediata. “Cuando se dan estos hallazgos tan llamativos, las presiones políticas o de otro tipo llevan a tomar decisiones muy precipitadas y eso fue lo que sucedió con Coyolxauhqui, perdió mucha de su policromía en un proceso de limpieza acelerado; con la Tlaltecuhtli se pudo controlar mejor y gracias a eso la podemos contemplar con toda su policromía”.

DESDE 2010, LA ESCULTURA TIENE UN LUGAR ESPECIAL EN EL MUSEO DEL TEMPLO MAYOR, A DONDE LLEGÓ LUEGO DE UN LARGO PROCESO DE ANÁLISIS, ESTABILIZACIÓN Y CONSERVACIÓN

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