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David Carrillo Jaen

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David Carrillo Jaen

LAGUNA DE VOCES

A David Carrillo Jaen lo distinguió su capacidad para ser empático con sus semejantes, es decir, para practicar la compasión humana, que es sentir, en términos reales, el dolor de otro y buscar los medios para aliviarlo. Dedicó buena parte de su vida a esa tarea, y estoy seguro que salvó muchas vidas, familias, personas que hoy mismo son felices, o por lo menos buscan la felicidad, gracias a ese don que tuvo, para entregar un regalo que una vez recibió, y de tan valioso, solo es posible entender que su remitente era Dios.

Ayer murió. Su pasión fue el periodismo, y dirigió con mano firme y constante, el periódico “Solución”, además de impulsar la preparación de su hija, hoy una profesionista de la Comunicación, orgullo sin duda de su padre.

Fue amigo cercano de mi hermano Beto, tal vez porque de alguna forma, los dos llevaban una buena relación con la filosofía del nazareno, y porque tenían una fe absoluta en que la vida tiene como objetivo central servir a sus semejantes, ayudarlos, ser compasivos con todos.

Platiqué muchas veces con David, la última en el velorio de Adalberto, y déjenme contarles que percibí en sus palabras de consuelo, un mucho de la serenidad y profunda fe en lo trascendente de la existencia humana, que practicaba mi queridísimo hermano.

Ambos comprendían muy bien la necesidad de pasar un mensaje de vida, de esperanza. Beto en el estudio que tuvo desde niño hasta el nivel profesional como aspirante a seminarista, David en la vida misma que lo enfrentó a retos mayúsculos, hasta ser tocado por la mano de Dios. Fue otro a partir de ese momento. Fue tabla de salvación para muchos que simplemente no atinaban a encontrar la manera de salir del infierno que padecían.

A los dos los recordaré siempre con cariño, porque por diferentes caminos me enseñaron que la verdadera compasión es esa, la que se interesa en tu vida y te dan su apoyo para salir adelante. Uno era mi hermano, el otro, ahora que lo entiendo, también.

Así que a toda su familia solo me queda decirles que David era un ser excepcional, que dedicó su trabajo cotidiano al periodismo, pero su vida entera a socorrer a los que necesitaban de su palabra, su consejo. Son cientos los testimonios de los que hoy ven con ojos de esperanza cierta la vida.

Hasta siempre querido David. Estoy seguro que las pláticas eternas con mi hermano Beto, continuarán allá donde estén los dos.

Mil gracias, hasta mañana.

Mi Correo: jeperalta@plazajuaerz.mx

X: @JavierEPeralta