Clinton-Trump: primer debate

La veterana política y el animal televisivo

•    La polarización y los contrastes personales dispararon las expectativas

El magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad ha construido su carrera política sobre la base de comentarios xenófobos, insultos a diestra y siniestra y falsedades sistemáticas, así como amenazas y promesas que supondrían un viraje en la política internacional de Washington. Tres ejemplos: defiende la tortura, reniega de la OTAN en su forma actual y proclama su afinidad con la Rusia de Vladímir Putin
La polarización profunda de EU y los contrastes entre los candidatos a las presidenciales de noviembre se proyectaron la noche de ayer en el escenario de la Universidad de Hofstra (Nueva York). Donald Trump y Hillary Clinton debatieron a partir de las 21.00, hora local, ante decenas de millones de telespectadores en todo el mundo.
Trump es una estrella de los reality shows, y domina como pocos el medio televisivo. Clinton, que puede ser la primera mujer presidenta, es la aspirante mejor preparada en décadas. Si se hace caso a las precedentes, los debates raramente deciden las elecciones.
Toda campaña electoral, en EU tiene sus momentos fuertes. Uno de estos momentos son las convenciones en las que cada partido nomina oficialmente a su candidato. El otro momento estelar son los debates. Al contrario que en las convenciones, los candidatos ya no comparecen por separado. Y hay margen para el suspense. Todo puede ocurrir en los 90 minutos.
Parte de las expectativas eran… si ambos candidatos se darían la mano, dada la hostilidad personal, hasta la posibilidad de que un exabrupto de Trump desestabilizara a Clinton, o un argumento de Clinton saque a Trump de sus casillas, todo, todo era impredecible en el primero de los tres debates.
La expectación era extraordinaria. Esperaban más de cien millones de telespectadores, una audiencia equiparable a la final de la Superbowl o a los últimos episodios de series como MASH en 1983 (106 millones). A esto hay que añadir los espectadores en el resto del planeta. Porque el debate Trump-Clinton es un acontecimiento planetario. Como dice The New York Times, uno de esos raros eventos que en tiempos de fragmentación mediática, cada uno con su móvil, con sus medios, con sus “amigos”, crea comunidad.
Clinton llegó con ventaja sobre Trump en los sondeos, pero es una ventaja que no ha dejado de reducirse en el último mes y que ha disparado el nerviosismo en los demócratas. Y en las principales capitales de los países aliados de EU.
Les cuesta hacerse a la idea de que el sucesor de Barack Obama en la Casa Blanca pueda ser Donal Trump.

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