Sin novedad 

Sin novedad 
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PEDAZOS DE VIDA

Ayer llovió a cántaros y hoy no habrá novedad, la lluvia aquí es eterna, sólo quisiera volver a ver el sol, solo quisiera ver la claridad del cielo, mirar por las noches la luna y no un cielo con una cortina de nubes tan densa que parece nata sin pan, ahí suspendida dejando caer el agua pero sin caer por completo. 

Ya no sé si es de día o de noche, aquí sigue oscuro y hace rato que no hay tiempo de ir a ningún lado, las calles se han convertido en ríos que no se atreven a desbordar. Llueve sin parar, como llovió aquella noche y como parece que seguirá lloviendo en las próximas noches y en los próximos días. 

Creo que volveré a dormir, necesito descansar un poco más. El agua limpia, pero también se puede convertir en un gran tormento, en un monstruo que se lleva todo, un monstruo que arrasa con el pensamiento y los recuerdos, quizá en breve esto se acabe o quizá sea el inicio de algo nuevo. 

La noche en que me velaron, lo último que escuché fueron los rezos, encabezados por mi tía Chabela, con una gran tormenta de fondo, con agua que chocaba en la azotea y escurría para convertirse en charcos. Morí sin lluvia pero mi sepultura seguramente fue en medio de la tormenta, que pudo incrementarse con las lágrimas de los asistentes, igual y estuve sola y el agua fue la única que me abrazó con sus brazos de humedad. 

A veces pienso que esto de la eternidad es así, estar en infiernos que algún día consideramos calma, situaciones satisfactorias que en la monotonía se vuelven un tormento… 

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