Descolonizando la Participación: Mujeres, Pueblos y Comunidades

Descolonizando la Participación: Mujeres, Pueblos y Comunidades

Por el derecho a existir

En el vibrante tejido de nuestros pueblos y comunidades, hay una sinfonía de voces femeninas que a menudo se entrelazan con las tareas cotidianas, las faenas y las celebraciones comunitarias. Somos las mujeres que, lejos de los reflectores políticos convencionales, participamos activamente en la construcción del tejido social desde lo más profundo de la comunalidad. ¿Acaso esta labor no es política? Invito a descolonizar nuestro pensamiento y reconocer la riqueza de formas diversas de participación política que se manifiestan en cada olla humeante, en cada colecta, en cada rincón de nuestros pueblos.

Cuando observamos la cotidianidad en las comunidades, vemos cómo las mujeres lideran desde la trinchera de la cocina hasta las tribunas de la nación; preparan alimentos que no solo alimentan el cuerpo, sino que también nutren el alma del colectivo. No es solo una cuestión de cocina; es un acto político en el que se construyen lazos, se comparten saberes y se forjan alianzas. Es el inicio de un diálogo silencioso pero poderoso que une a la comunidad en torno a la mesa, trascendiendo las diferencias y fortaleciendo los lazos de solidaridad.

Las colectas, ese ir y venir de manos solidarias, también son un terreno fértil para la participación política de las mujeres. Detrás de cada evento benéfico, de cada esfuerzo por mejorar las condiciones de vida en la comunidad, se encuentran mujeres organizando, movilizando recursos y tejiendo redes de apoyo, construyendo puentes entre las personas, de generar un sentido de comunidad que va más allá de lo material.

Los comités vecinales son otra expresión vital de participación política que a menudo pasa desapercibida. Son las mujeres que, con paciencia y dedicación, trabajan para resolver los problemas locales, para mantener viva la llama de la solidaridad. Son guardianas de la paz comunitaria, construyendo consensos y buscando soluciones en la cercanía, en el día a día.

Y qué decir de las contraloras de los recursos comunitarios, esas mujeres que llevan la responsabilidad de velar por el buen uso de los recursos compartidos. Su labor va más allá de la simple fiscalización; es un acto de amor por la comunidad, un compromiso con la transparencia y la justicia. Son las guardianas de la integridad comunitaria, asegurando que cada recurso sea invertido en beneficio de todos.

En las fiestas patronales, la participación activa de las mujeres es palpable. No solo como espectadoras, sino como artífices de la alegría colectiva. Desde la organización de eventos hasta la preparación de los espacios festivos, las mujeres contribuyen significativamente a la vitalidad de la comunidad. Su participación está presente en todas las esferas, desde lo organizativo a la toma de decisiones que se inscriben como un acto de celebración y afirmación de la identidad cultural.

Al reconocer y valorar la participación política de las mujeres en todas sus manifestaciones, estamos dando pasos hacia una sociedad más justa e inclusiva. Es hora de abrir los ojos a la riqueza de la comunalidad, de escuchar las voces que, desde la cotidianidad, tejen el entramado de la verdadera política: la que nace del amor, la solidaridad y el compromiso con el bienestar de todos.

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