Un estilo institucional de gobernar

Un estilo institucional de gobernar

RETRATOS HABLADOS

Termina el 2023, con la visión clara de cuál es, “El Estilo personal de gobernar”, del jefe del ejecutivo de Hidalgo, Julio Menchaca Salazar. Citamos el libro de Daniel Cosío Villegas, por supuesto, y por muchas razones es imposible aplicar los escenarios de aquel entonces a un escenario local, aunque evidentemente no al nacional.

Hay una razón fundamental: el gobernador Menchaca es un jurista de nivel, que tal vez como pocos, sabe que el poder absoluto, centrado en una sola persona, deriva en su abuso, en ejercerlo de manera personalísima, con todos los riesgos que esto implica, y no como exige una democracia, y que debe ser institucional.

En ese sentido, el año y meses del gobierno actual, insisto, en el Estado, permite observar a un hombre que busca recuperar la vocación del poder para ser ejercido institucionalmente, porque para experimentos ligados al estado de ánimo o humor del gobernante, ya hemos tenido bastantes, siempre con finales lamentables.

Porque cuando hay un “estilo personal de gobernar”, de repente, descubrimos que incluso las obras a realizarse, buscan no solucionar la problemática de una población, sino imponer un “estilo” que demuestre quién es el que lleva las riendas de una entidad, que sacrifica incluso eficiencia de lo construido para imponer un sello personalísimo.

Menchaca Salazar ha decidido cancelar esas administraciones de “estilo”, y dar el paso fundamental que es la eficiencia en lo que hace, aun cuando no derive en un beneficio político, siempre tan buscado por los políticos.

Impulsar lo que sea necesario y fundamental en poblaciones, como lo es sin duda un sistema de agua potable eficiente y de drenaje, con todo y que por ir bajo tierra poco aportan de porra al mandatario, es parte de un camino que se presenta pocas ocasiones en una entidad como la nuestra, pero que ha existido sin duda, con todo y que el pueblo sabe olvidar con prisa lo que deja de ver.

Gobernar de manera institucional y no personal, impide las acciones que parten de caprichos o sueños de grandeza extrema, siempre ajenos al que gobiernan.

Cada cual, por supuesto, tendrá su propia versión de la historia, y el papel que buscan tener en la misma, pero si se entiende que optar por la institucionalidad, es optar por buscar la solución a problemas eternos, que, por supuesto no dejarán de existir, habla de una óptica diferente de la misma existencia humana.

En el plano nacional la historia es otra, y le cito dos fragmentos del libro de Cosío Villegas, usted dirá si lo que se ajustaba con absoluta exactitud al entonces gobierno personalísimo y casi imperial de Luis Echeverría, tiene relación con lo que hoy vivimos: “No puede darse, ni en la Tierra ni en la Luna, en el pasado o en el presente, un espectáculo tan pasmoso y tan incomprensible como el que México presencia ahora: un país de dos millones de kilómetros cuadrados, de cincuenta millones de habitantes y con una historia milenaria, pendiente total, absolutamente de la palabra de un hombre solitario”.

“La característica principal de nuestro sistema político es un presidente de la República dotado de facultades y de recursos ilimitados. Esto lo convierte fatalmente en el Gran Dispensador de Bienes y Favores, aun de milagros. Y claro que quien da, y sin recibir nada a cambio, tiene que ser aplaudido sin reserva, pues la crítica y la maldición solo pueden y deben recaer en quien quita en lugar de dar”.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

X: @JavierEPeralta

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