Redacciones: en busca del tiempo ido

Redacciones: en busca del tiempo ido

LAGUNA DE VOCES

Ahora, cuando son las siete de la noche, efectivamente es de noche, desde las seis está oscuro, y las redacciones no son lo de antes, porque una buena parte de los reporteros y editores, decidió, luego de la pandemia, que con la existencia de los escritorios virtuales o drives de Google, trabajar desde casa no marcaba ninguna diferencia con lo que hacían en la oficina. Pero, hay que ser sinceros, la escasez de los recursos económicos, el calvario que en buena parte de los periódicos que aún se imprimen, ha marcado el pago de quincenas por la cadena de atrasos en todos lados, fue el motivo principal para que, a estas horas, solo queden el vigilante, los editores de cierre y por supuesto los del área digital, que se pasean como fantasmas en un edificio que de por sí ha cobrado fama de constantes apariciones.

A muchos les gustará el ambiente raro y silencioso de estos tiempos en una redacción, hasta hace algunos años un mar de voces, de carreras de un lado a otro, de pláticas en el jardín, en la cafetería, que tenían que ver con la forma como habría de abordarse el hecho del día, la declaración del que todavía gustaba de lanzar verdaderos jeroglíficos, solo interpretables por iniciados.

Fue una época que pareciera haber terminado para siempre, pero que se resiste un mucho donde aún se ocupan las bobinas de papel, la rotativa, y se hace una realidad casi mágica cuando llegan los que imprimen; aún se conservan esos pases mágicos que hacen aparecer en una banda de papel blanco, las fotos, las letras, la creación pues del rito siempre único del periódico.

Y aun cuando para muchos jóvenes expertos en las artes de la mercadotecnia digital, el periódico impreso es letra muerta, los que ya rebasamos las seis décadas de existencia, espero fructífera, estamos seguros que el buen lector siempre estará para conocer el artículo de fondo cierto, el reportaje, la crónica, la fotografía. El buen lector sobrevivirá a pesar del ser supremo llamado legión, que se aparece con ansias y voracidad absoluta, en el celular a cada rato. Hay una ventaja ante esto, que algunos insisten es el futuro de la información: los que leen no van a desaparecer, los que se han desgastado los dedos en la carrera vertiginosa de pasar y pasar de una pantalla a otra, no son lectores, son, si acaso, revisores de encabezados, de videos cortos, cortísimos, de todo lo que se pueda ver, no mirar, en uno cinco segundos. Porque no se lee en un celular, porque es una pena intentarlo, y un intento fallido.

Lo que sea, lo que usted diga, los que evalúen en estadísticas con millones de “impactos”, porque la no lectura, la cuenta de impactos, solo habla de un fenómeno tan constante como preocupante, y que un estudio de reciente aparición en Europa, menciona como un primer paso al analfabetismo ya no funcional, sino real. Porque en poco tiempo, buena parte de la población solo sabrá poner palomitas en un teléfono, caritas, pero ya no escribir, mucho menos leer.

Por lo mientras las redacciones se parecen a los pasillos de ex conventos, donde se respira un silencio que invita a recuperar la afición por la lectura, por la plática-escuela con un café de por medio, y un cigarrillo, con todo y la tos que acarrea.

Y no, ni el impreso, ni el gusto de ser partícipe del rito mágico como se elabora un periódico, habrá de desaparecer.

Surgirá, sin duda, la simbiosis real del impreso y el digital, sin que uno desaparezca al otro, sin que ninguna redacción del mundo pierda la esperanza de volver a ser el encuentro del pensamiento y la reflexión.

Mil gracias, hasta mañana.

Mi Correo: jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

X: @JavierEPeralta

Related posts