La formación docente en México (Parte I) 

La formación docente en México (Parte I) 

AGENDA EDUCATIVA

El pasado 20 de octubre fui invitado a participar en el VII Simposio Internacional de Formación de Educadores (SIFORED, 2023) celebrado en Colombia. Una de las preguntas que se plantearon fue, desde su experiencia, ¿cuál es el factor más importante de la formación docente? Comparto con los interesados algunas reflexiones.

El punto de partida, tendría que ser lo que uno entiende como formación docente. En ese sentido, entiendo la formación docente como un proceso de actualización profesional continuo que articula voluntades y recursos individuales e institucionales. 

La voluntad y el esfuerzo individual del docente por formarse y adquirir conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes (modos de ser) implica, desde luego, un compromiso ético-profesional.

Decía el filósofo Alemán Hans George Gadamer (1900-2002) “educar es educar-se”, lo que implica que la formación docente es una responsabilidad o compromiso del docente consigo mismo. Y precisamente por ello, al docente, profesor o maestro le interesa formarse; es decir, aprender para enseñar mejor. En esta idea puede sintetizarse el factor clave de toda la formación docente.

Por su parte, los esfuerzos institucionales por contribuir a la formación del profesional de la educación implican una responsabilidad y obligación que aparece en las agendas gubernamentales, que pasa por políticas educativas, programas gubernamentales, leyes y reglamentos hasta llegar a las escuelas del sistema educativo nacional. 

Desde luego, la formación docente como una responsabilidad institucional le siguen un conjunto de complejidades según el nivel educativo (básico o superior) o tipo de oferta (pública o privada). Sin embargo, en términos generales hay varias coincidencias con respecto a la formación docente que actúan a favor (por ejemplo, los sistemas de estímulos y reconocimientos), pero también en sentido contrario. 

En educación superior, por ejemplo, existen marcados factores estructurales que condicionan el desarrollo de la formación docente: factores socioeconómicos, como las condiciones laborales de precariedad de los profesores de asignatura; factores internacionales, como la presión del modelo de universidad centrado en la investigación, para los profesores de tiempo completo; pero, también factores institucionales asociados a actividades de evaluación permanente y cargas cada vez mayores de gestión. 

En el caso de educación básica, los factores estructurales que minan la formación docente no son tan distintos. El INEE (2015) en un estudio de hace algunos años realizado a docentes e informantes clave (directores, supervisores y asesores técnico pedagógicos) señalaba al propio Sistema Educativo Nacional, es decir aquello asociado a lo escolar y la gestión institucional. 

Lo que arrojaba el estudio del INEE (2015) en la afectación al desarrollo de la formación docente era básicamente el incremento de responsabilidades, duplicidades de funciones, sobrecarga de trabajo y planeaciones, lo cual provocaba preocupaciones, estrés, desconfianza, desmotivación y malestar. En suma, un conjunto de acciones estructurales contrarias a lo que se busca: mejorar la enseñanza. 

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