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RETRATOS HABLADOS

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●    Omar Fayad, el estilo personal de gobernar, parte II
●    MINUTARIO

Atreverse a ejercer el poder implica correr riesgos por necesidad, incluso de tipo físico. Exponerse públicamente es algo que casi siempre buscan evitar los políticos, porque no siempre se sale bien librado de esos trances, y nunca falta quien instruya a un grupo de personas para que, entre la multitud, vociferen cuanta ofensa se les ocurra desde el anonimato, y de este modo plantar la idea de que todo gobernante deberá estar condenado al encierro.
    Omar Fayad Meneses hizo bien en trasladar el tradicional Grito de Independencia a un templete casi a ras de suelo en la Plaza Juárez, porque son tiempos en que resulta fundamental el reencuentro del Jefe del Ejecutivo con sus gobernados, sin las distancias que marca un aparato de seguridad necesario, pero con la sensibilidad para distinguir una posible amenaza de una simple necesidad de ser escuchado por parte de cualquier ciudadano.
    Lejanos, en el olvido justo, los tiempos aquellos en que el tradicional Grito no solo se daba desde un balcón altísimo donde apenas se distinguía la figura del gobernadora en turno, sino que además, y en un gesto de absoluta discriminación, en tanto el pueblo que apenas había coreado los vivas comía chalupas y pambazos en los puestos de los portales, allá arriba, en el salón de eventos de cuarto piso, funcionarios e invitados celebraban su muy particular fiesta del 15 de septiembre.
    Sobran las crónicas en que se habla de que la esposa de tal o cual secretario lucía espléndida abrigo de mink, juego de perlas y reloj Cartier. Es decir los de arriba miraban con singular desprecio a los de abajo, en una tradición absurda, porque de entrada ofendía a los ciudadanos de a pie, que simplemente eran testigos de cómo ingresaban por el sótano de Palacio, mujeres emperifolladas y hombres de pipa y guante.
    Eran otros tiempos, que a lo mejor compensaban esa sociedad de castas con una situación económica más bondadosa para el grueso de la ciudadanía, que si bien odiaba con odio jarocho a los fufurufos, apacentaba su enojo con la posibilidad de un buen empleo y un futuro sin tanta zozobra.
    El México de hoy, el Hidalgo de hoy, es otro en todo el sentido de la palabra.
    Ningún político puede adoptar la actitud de creerse un privilegiado, distante, ajeno a lo que pase o piense el resto de los mortales. Los hay sin duda, pero están condenados a un olvido inmediato de los que votaron por ellos para llevarlos al poder.
    El simple saludo, el escuchar con atención y no por pose a quien se le acerca, hoy por hoy ya le vale un sentimiento de aprobación entre los hidalguenses a Omar Fayad. Y por supuesto a lo anterior habrá que estar atentos a las soluciones inmediatas que ofrezca, cuando sea el caso, a quienes se le acercan en busca precisamente de un camino a su problemática.
    Pero por lo mientras el 15 y 16 de septiembre fueron un buen comienzo a la administración del nuevo gobernador de Hidalgo.
    Vienen cosas interesantes. Hay pues un signo de esperanza anotado en la memoria de los que vieron en acción este nuevo estilo personal de gobernar.
MINUTARIO.- Anoto correspondencia recibida. De quienes practican el periodismo como un negocio, arma de presión y chantaje, no me extraña. Es del dominio público su proceder ligado a la amenaza en busca de más prebendas. Para los que deben vender su fuerza de trabajo, a veces su propia dignidad y toda una vida dedicada a este oficio de informar, mi más sincera solidaridad.
Estaremos al tanto.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
twitter: @JavierEPeralta

CITA:

Lejanos, en el olvido justo, los tiempos aquellos en que el tradicional Grito no solo se daba desde un balcón altísimo donde apenas se distinguía la figura del gobernadora en turno, sino que además, y en un gesto de absoluta discriminación, en tanto el pueblo que apenas había coreado los vivas comía chalupas y pambazos en los puestos de los portales, allá arriba, en el salón de eventos de cuarto piso, funcionarios e invitados celebraban su muy particular fiesta del 15 de septiembre.