UN INFIERNO BONITO

“EL MINERO”
Juanito, era un  señor ya grande de edad, toda su vida desde cuando tenia 10 años, de edad, fue minero, vivía en el barrio del Arbolito, tal parece que su madre lo parió en una cantina, porque no salía de la Veta de Santa Ana, donde vendían pulque muchachero, pues tenia 15 hijos y la gallina echada, a su vieja Ángela, le decían la Coneja.

A pesar de que era maduro se había arrugado como viejo, por las chingas que llevaba en la mina y las pinches crudas. Trabajaba en el terrero del cuixi, un día llego a su casa, arrastrando las patas estaba tan cansado que no se detuvo en la cantina, su vieja la verlo se sorprendió.
     –  Ahora que ¿Por qué vienes tan temprano?
     –   Si quieres me regreso, Me salí de la mina, a ver si no te encontraba
         Con  el Sancho.
–   No te chispes cabrón, era una pregunta como se, que llegas 
          noche y zumbado se me hizo raro, que llegaras a esta hora.
–    Es que mi pinché ayudante, se apendejo en lugar de darle a la barreta, me dio con el marro en la mano. Fue tan duro el madrazo, que chille, mira como me quedo parece que estoy aventando cremas.
–    En la madre. Parece el guante de Valenzuela, el beisbolista fenómeno. voy a poner agua a hervir le echo sal y poco a poco metes tu mano.
–    Que esperas que no te encueras, me cay que me dan unas punzadas, que siento, que se me revienta el puño.
Mientras la señora ponía el agua a calentar juanito, trataba de hacer movimiento en su mano abriéndola y cerrándola, hacía unos gestos que parecía que estaba chupando limón. 
–    Apúrate vieja, que siento que se me acalambra la mano.
–    Sereno moreno, estoy matando dos pájaros de un tiro de un chingadazo, caliento el agua, y también los frijoles, para que de una vez comas, ya mande a traerte tu pulque, para que no salgas al frío te puede dar una reuma, mete la mano. Ahí no, no te hagas pendejo, malo, malo pero parece que tu madre no te amorro las manos de chiquito.
–    ¡Ay gûey! Ya me queme está hirviendo. Me dijiste que nada mas la ibas a calentar.
–    Métela más, no seas chillón,  agauantese como su hermana, le voy a echar cebolla con mucha sal. y te la vendo.
–    ¿En cuanto?
–    No estés de pinché payaso, te vienes muriendo del dolor pero no se te quita lo mamón. Vas a ver como mañana estará lista para que te den otro.
–    No la chifles que es cantada, espero que este bien, para agarrar la jarra de pulque.
–    Es lo que te preocupa, en lugar que digas que este bien para trabajar.
–    Ya no la hagas de tos, una cosa es el dolor y la otra el hambre.
–    Guan momen, que aquí no es restaran.
Tardo mas la señora, en servirle, que Juanito. dejar el plato limpio.
–    ¡Ay cabrón¡  dejaste el plato limpio. Habías de masticar la comida, con razón cada que acabas de comer te da chorrillo.
–    ¡Ugg¡ cada día me siento más viejo, todo me duele. Mañana tengo que ir a trabajar y mi mano parece guante de box.
–    Tienes que ir a la de a huevo, porque vino el dueño de la vecindad  me dijo que no se te olvide, que debemos seis meses de renta, como le dije que no estabas se puso pendejo.
–    Dejalo, si mañana viene le voy a decir que no puedo firmar cheques por mi mano que esta como bola, y para la zurda soy medio zorrillo asi me tiene que aguantar unos mes mas.
–    Hoy es jueves 15 de septiembre, habías de bajar al centro a comprar un cachito de la lotería a ver si te la sacas.
–    Cada rato me la saco.
–    Ya te dije que estas bien mamón. Para la otra vez, que me contestes asi, te voy a romper el hicico.
–    ¿Tú y cuantos más?
–    Yo solita pendejo.
En esos momentos  llego la suegra de Juanito, le invito unos pulques y comenzaron a platicar.
–    Buenas tardes yerno, ahora si llego temprano, siempre llega por la noche, bien burro.
–    Calmantes, montes señora, ya no le eche lumbre al diablo de lo contrario mi vieja comienza a rebuznar.
–    Ya que menciono al malo, Fíjese Juan, que en mi casa espantan, oigo rechinar el bracero,  ayer me dijo mi viejo que vio salir de ahí un pinché Gato Negro, con ojos rojos como de lumbre, lo siguió, pero mi viejo le enseño un crucifijo desapareció.
–    A mi me lo contó, pero como se que es muy largo lo mande redondito a la chingada porque es muy chismoso.
–    Me cay, que es cierto, porque una vez yo lo ví, se me puso la carne de gallina, como soy muy cobarde para esas madres, fui a ver al señor cura, al principio no me creyó me dijo que le hiciera un cuatro porque como olía a pulque, pensó que iba peda, me confeso y como le dije la verdad, fue a la casa y echo agua bendita.
–    A lo mejor, si no se fue, ahí esta la feria suegra.
–    Es lo que me dicen, pero no nos atrevemos a rascar, que tal si en lugar de dinero nos sale un diablo.
–    ¡Ave María Purísima! Ya me vino a espantar ¿Dónde esta mi suegro?
–    Esta en la cantina, desde que vio al gato, se le ha ido en puro chupar  porque dice, que cuando lo vuelva a ver se da valor para destriparlo a puro patín.
–    Voy por el, y juntos vamos a rascar y sacar y sacar el dinero.
–    ¡Ay¡ va estar lo cabrón, se ve que por meter la mano lo mordieron, no creo que pueda dar de marrazos, así como esta.
–    Me canso ganso, dijo un zancudo, cuando volar no pudo, una pata se le doblo y la otra se le hizo nudo. Estoy malo de la mano derecha pero con la chueca, puedo,  trabajar, mi jefa me dio de mamar por los dos lados.
–    ¡Sale¡ vamos a ver si es cierto, porque de lengua me echo un  plato.
–    Ni me rete suegra, a mi el diablo me hace los mandados y se como los pilones. Voy al Baño, no vaya a ser que el diablo me agarre como al Tigre de Santa Julia.
La señora Ángela, le hizo un reclamo a su jefa.
–    ¡Hay mamá¡ no le hubieras dicho nada a Juan, de lo del espanto ahorita es capaz de irlo a buscar, dicen que cuando el dinero no les corresponde se mueren. Que tal si nos quedamos viudas.
–    No le saques al parche hija, que tal si encontramos el dinero, nos volvemos ricas, no andaremos de mendigas, pidiéndole al pinché gobierno que le baje los pasajes, la leche y a las tortillas. Estamos en una situación de la chingada.
–    ¡Cállate, que ya llegaron¡
–    Buenas tardes hija.¿Como estas?
–    ¿Qué milagro que nos visitas papacito?
–    Pues aquí tu viejo que me quiere espantar con el petate del muerto, dice que tu madre le conto lo del espanto, y me contesto que a el se la pelan, vamos a ver si es cierto.
Juan, y su suegro de volada hicieron planes para buscar el dinero, que se encontraba en el cuarto, de la vecindad del Garbanzo, en la calle de la Reforma, en el barrio del Árbolito. Más abajo de donde vivían. Juanito y le dijo a su vieja.
–    Tráeme un lápiz, y una libreta de los muchachos, debemos hacer un plano para comenzar a rascar y sacar el dinero sin navegar con bandera de pendejos.
Como todo minero, Juan, le mostró a su suegro, en los garabatos que hizo, y le dijo que por ahí, comenzarían a rascar, por el centro de la casa, que es donde se le apareció el gato, luego tumbar el bracero y hacer un agujero como pozo, y cuando saliera un olor a cobre ahí estaba el dinero y les advirtió.
–    Aquí, todos vamos a chingarle parejos, mis suegros y tu vieja, menos yo, porque tengo mi mano mala, pero los voy a dirigir, el reparto será también por partes iguales.
Consiguieron palas, barretas, picos, marros, y como los enanos de Blanca Nieves, llegaron a la casa, donde los estaba esperando el dinero.
–    Mira suegro, según mis cálculos, chingonometricos, comenzaremos a rascar, por el centro, en dado caso de que a los 5 metros de profundidad, no encontramos nada, entonces nos vamos por los extremos haciendo una zanja, alrededor, de la misma profundidad.
–    Yo diría que trabajaramos al revés, primero las zanjas y después y después como tu dices, yerno, porque donde vamos aventar la tierra que saquemos.
–    Bueno vamos hacerle como tu digas, pero vamos achingarle, Tu Hija llenas los costales de tierra, y se  los pones a tu madre uno de cada lado y que los lleve a tirar en el terreno baldío.
–    Orale cabrón no metrates de burra.
Pasaron las horas, tratando de no hacer ruido, para que no se dieran cuenta los vecinos, seguían sin parar con la ambición de sacar las monedas de oro. Hicieron la zanja muy profunda alrededor del cuarto, cuando de momento se les cayo la barda quedando, y el techo  quedando sepultados, salieron todos los vecinos, y al ver que quedaron tapados, se juntaron todos los del barrio y los sacaron entre ladrillos y laminas.
Llegaron las ambulancias el cuerpo de rescate, y todos fueron al Hospital General, declararon, que le iban hacer mejoras a la casa,  cuando les cayó encima. Semanas después de la tragedia, supieron que el gato que salía  debajo del bracero, era de su vecina, quedaron ante el Ministerio Público, con el dueño, que le iban a parar su barda y todos los daños. Por lo mientras se fueron a vivir los suegros a la casa de Juanito, ya no le mentaba madre al diablo, si no a sus suegros, que lo metieron a esa bronca.
gatoseco98@yahoo.com.mx

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