Home Nuestra Palabra Miguel Rosales La democracia necesita esfuerzo, no sumisión…

La democracia necesita esfuerzo, no sumisión…

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La democracia necesita esfuerzo, no sumisión…

Pido la palabra 

Esa cultura del tratar de vivir con el mínimo esfuerzo, puede ser fundamental en el actual proceso de vida

Sin lugar a dudas a todos nos gusta gozar de los privilegios que nos otorga la vida, o aquellos que el sistema nos proporciona, o simplemente, los que día a día nos ofrece la familia; no hay en el mundo ninguna persona que desprecie la oferta de un bien o servicio que le satisfaga alguna necesidad, lo tomamos, lo disfrutamos pero siempre con la mente puesta en la búsqueda de otras cosas más que nos permitan esa agradable sensación de satisfacción, somos seres que solo nos sentimos importantes cuando algo o alguien piensa en cómo halagarnos y lo tomamos como una prerrogativa que nos corresponde por el simple hecho de existir, somos una generación hedonista y sin fondo.

Sin embargo, esta sensación de satisfacción se ve frustrada cuando nos damos cuenta que no somos el ombligo del mundo y que para obtener esos privilegios tenemos que esforzarnos día con día en las tareas que nos corresponden dentro del ámbito social, e incluso en algunos casos tenemos que sacrificar algún otro beneficio menor con el afán de conseguir el bien deseado; cosa nada del otro mundo para aquel que está acostumbrado a la lucha diaria pero constructiva para conseguir estar bien con la sociedad y sobre todo consigo mismo, para ellos no hay nada como el deber cumplido.

Pero debemos aceptar que no para todas las personas es lo mismo, hay quienes sienten que todo lo merecen, o peor aún, se les hace creer que son sujetos de recibir beneficios sin que medie un esfuerzo de su parte, y muchas veces por comodidad, pereza o codicia aceptamos esa premisa como un hecho que se debe dar en la realidad sin que haya un razonamiento objetivo que los sustente, es aquí donde empiezan los conflictos de intereses: quiero tener más, pero dando poco o si es posible, nada a cambio; quiero disfrutar sin que haya nadie que se oponga a mis deseos, y si acaso lo hubiese lo consideramos como alguien en quien debemos desconfiar.

Esta actitud de recibir pero no dar es la generadora de todo tipo de conflictos, de naturaleza familiar, laborales y, por supuesto, conflictos sociales como los que actualmente nos aquejan; todo mundo pelea hasta con los dientes para lograr derechos, pero esa combatividad la olvidan cuando se trata de cumplir obligaciones, y egoístamente pensamos que primero debe estar nuestra satisfacción personal y luego la de los demás si es que sobra un lugarcito para ello; primero yo, luego yo y finalmente yo.

Esa cultura del tratar de vivir con el mínimo esfuerzo, puede ser fundamental en el actual proceso de vida; pues algunos sectores de la sociedad se están acostumbrando a recibir sin dar nada a cambio, el asistencialismo se ha convertido en su principal, sino es que, en su única fuente de ingresos, y por ello quienes pueden hacerlo, voltearán hacia aquel que me ofrece mucho sin pedirme, aparentemente, nada a cambio.

La generación del esfuerzo se está diluyendo, hoy todo lo queremos gratis, la obra pública la queremos regalada y de ello los candidatos, en algún proceso electoral, se aprovecharán para ofrecer a diestra y siniestra como si de su bolsa dependiera, y nos dirán que ellos sí cumplen, que la familia es primero, que los pobres son su razón de existir; y por comodidad, los escuchantes se sentirán atraídos por el canto de las sirenas, cuando en realidad ese encantamiento ya se encuentra en nuestra falta de voluntad para lograr salir adelante sin depender de las promesas de los demás.

Más que sentirnos adulados por la ocasional atención que se le pone a la ciudadanía, debemos estar preparados para cuestionar a quienes nos piden nuestro voto, no olvidemos que casarnos con un color puede convertirnos en cómplices morales de las malas prácticas de los políticos.

Es el momento de razonar lo que haremos para no dejarnos convencer con propuestas que se sacan de la manga, es el momento de hacer sentir que hemos madurado como sociedad, la democracia necesita de nuestra ayuda no de nuestra sumisión.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.