“Hoy no hay bombas, pero tampoco comida”

Lo dicen en la ciudad siria de Alepo:
●    La tregua en Siria en su segundo día entre la desconfianza de los civiles

“Inshalá (Si Dios quiere, en árabe) durará la tregua. Todo depende de que ellos quieran que dure”, dice Badía, una vecino de Alepo, sin especificar a quién se refiere con ellos: los rusos, los norteamericanos, las facciones rebeldes o las tropas de Bachar el Asad
Cuando se cumplieron las 24 horas desde que entrara en vigor la tregua anunciada el pasado sábado por EU y Rusia, los sirios miraban al cielo con desconfianza.
“He dejado a mis hijos con mi madre, por si acaso”, relata al teléfono Badía, de 39 años y madre de dos críos, desde la Alepo oriental e insurgente. Hace cuatro años que su marido desapareció un día del primer año de guerra. Desde entonces, habita con sus padres en el barrio de Fardus.
El martes, y aunque vacilante, Badía acudió al mercado para hacerse con los alimentos que iba a preparar para la cena de Eid el Adha, la fiesta del sacrificio, que se prolonga durante tres días en el mundo musulmán.
La carne quedó desterrada esa noche de su mesa para sus dos hijos, de siete y de seis años de edad. “Hoy no hay bombas, pero tampoco comida”, espeta haciéndose eco de la situación en la que viven los 250.000 civiles de la Alepo este que han quedado cercados después de que el Ejército regular cortara la última ruta de avituallamiento el pasado julio.
Un cerco del que tampoco es ajena la parte occidental de la ciudad y bajo control del régimen, donde habitan medio millón de civiles.
Con el kilo de carne por encima de los 19 euros, comparado a los tres que vale en Damasco) en una región donde el afortunado que tiene trabajo apenas suma los 50 euros mensuales, alimentar a la familia se ha convertido en una prioridad. Para algunos incluso más importante que los bombardeos.

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