La bendición de Bellingham

La bendición de Bellingham
Photo Credit To Agencia EFE

Cuando un debutante en la Liga de Campeones como el Union Berlín daba al Real Madrid su primer aviso de la temporada y el empuje blanco, con más alma que fútbol, moría entre remates a los postes y paradas de Ronnow, en la última acción del tiempo añadido un cañonazo de Fede Valverde quedó muerto para que la bendición de Jude Bellingham se extendiese en su estreno europeo en el Santiago Bernabéu.

No fue el día, pero a buen seguro que llegará, porque Carlo Ancelotti anda falto de recursos ofensivos para cambiar el rumbo de partidos como el que se le presentó en el primer paso en la Liga de Campeones. Un Real Madrid sin alma en la primera parte y desbocado en la segunda hasta encontrar el premio en el último suspiro en su trigésimo remate. Cuando la impotencia se reflejaba en Joselu, se puso el disfraz de salvador Bellingham en un día en el que su influencia en el juego se había rebajado.

El balance del primer acto fue un aviso. Un disparo a puerta, un testarazo tempranero de Joselu, y ocho disparos a la nada de un Real Madrid falto de profundidad por las bandas ante una defensa de cinco y un equipo rocoso como el Union Berlín, el menos goleado de la pasada Bundesliga, que se parapetó como fórmula para puntuar.

Faltó fluidez en el juego madridista. Sin engrasar bien la pareja Tchouaméni-Camavinga, con Luka Modric partiendo de interior derecho pero con tendencia natural a ir hacia dentro y chocar con Bellingham. No encontró el inglés su sitio en su estreno europeo en el Santiago Bernabéu. Ni el Real Madrid el juego adecuado para imponerse.

Joselu le ofrece una alternativa de la que carecía. Una variante a aprovechar su potencia por alto. Su remate de primeras, debe encontrar centros laterales. Los laterales son claves y Ancelotti añoró al mejor Carvajal, frenado en seco por un problema muscular cuando se exhibía en cada encuentro, y sentó por sorpresa a Fran García tras sus dos asistencias ante la Real Sociedad. Alaba no funcionó.

Sin el agitador Vinícius, al que añoró más que nunca el Real Madrid, ya solo quedaba la opción Rodrygo. Lo intentó con movilidad pero sin acierto y tras los dos testarazos iniciales de Joselu, la impotencia se fue apoderando del equipo blanco. Una falta a la nada de Alaba, un disparo lejano a la grada de Tchouaméni y la ansiedad representada en Nacho. Con tantas ganas de demostrar que se precipitó con un chut tan lejano como incomprensible y una conducción en carrera excesiva que le tapó espacios para acabar lanzando un pase que se perdió sin receptor.

Related posts