Trump 7-Peña 0

Ante un político espontáneo y políticamente incorrecto, Peña Nieto demostró que en su escuela todo lo que está fuera del guión, no existe

Al terminar cada partido de futbol, los reporteros se agrupan para entrevistar a los jugadores y escuchar lo mismo de siempre. La entrevista de final de partido es un ejercicio tan inútil como intrascendente. El jugador agradece a Dios, dice una cantidad de vaguedades sobre las cualidades del equipo y acaba la entrevista con la conclusión de que hay que seguir trabajando. Se trata de un formalismo del futbol, pero las cadenas de televisión lo consideran indispensable. Las televisoras se pelean por reportar “lo que está sucediendo” y al hacerlo inconscientemente acaban reportando que “ahí no sucede nada”: a veces, la misma predecibilidad del discurso revela carencias que ayudan a explicar lo sucedido en el terreno del juego.
Enrique Peña habla con la vacua intrascendencia de quien da una entrevista de fútbol después de un 7 a 0. Las palabras le sirven como protección de aquel otro mundo donde lo real, lo genuino, lo honesto, le son inalcanzables. Por eso enfatiza con esmero lo que nadie vio en la cancha; “jugamos bien, tuvimos llegadas claras, y ellos sintieron nuestra amenaza constante. —¿Y los siete goles que les metieron? “Hicimos nuestro partido, fuimos muy claros, lo demás son circunstancias mismas del juego.” —¿Pero, entonces no prepararon bien el partido, no esperaban este rival? “Nosotros trabajamos todos los partidos, pero a veces el espectador no ve lo bueno por lo escandaloso del resultado.” —Pero, qué puede haber de bueno en un 7-0? —“El resultado no lo es todo. Hay que seguir trabajando”.
Peña Nieto no ha inventado nada nuevo. Su estilo acartonado, vacío y teatral es sólo la expresión máxima de lo que los priístas llaman “hacer política”. En realidad el ejercicio de la “política” priísta consiste en la simulación; la diferenciación de la realidad y su proyección de ésta sobre el discurso. En ese sentido han sido maestros de la configuración de un antilenguaje. Un mundo de códigos y conceptos vacuos que, acompañados de movimientos robóticos, acaban por sustraer de significado a la palabra. ‘Decir mucho para no tener que decir nada’; la máxima priísta busca en la acumulación de las formas una coartada para evitar el fondo.
El problema es que los valores que tanto aprecia el priísmo no vienen sin sus contrapartes. Un mundo que premia la homogeneidad y la disciplina, castiga la creatividad. Lo genuino les es ajeno porque la simulación requiere de ensayo, y éste sustrae la posibilidad de lo espontáneo. Por ello, cuando necesitan actuar distinto, fallan estrepitosamente. Ningún mejor ejemplo que el intento de construir un “Nuevo PRI”. Acostumbrados a un mundo que privilegia la forma sobre el fondo, creyeron que el recambio era un procedimiento cosmético. En un partido construido de gestos, la transformación generacional sólo se entendió en su sentido físico: políticos más jóvenes y más gel, pero no con más ni mejores ideas.
En ese contexto podemos entender la catastrófica visita de Donald Trump a México. ¿Qué hubiera pasado si el Presidente le hubiera hablado sin tapujos a Trump? Hace unos meses Peña Nieto fue ridiculizado en su encuentro con Barack Obama y Justin Trudeau, porque no encontró en su guión ninguna línea que le dijera cómo enfrentar una reunión formal que, sin embargo, era relajada y genuina. El escenario de hace unos días fue similar; ante un político espontáneo y políticamente incorrecto, Peña Nieto demostró que en su escuela todo lo que está fuera del guión no existe. Mientras que la política internacional se aleja de las muecas y el teleprompter, México vive las consecuencias de un Presidente creado por él.
Al final, después de un 7 a 0 contundente; las televisoras corrieron a entrevistar al jugador malherido y éste contestó con la misma falta de genuinidad y creatividad que lo hizo perder el partido. A pesar de sus intentos de señalar que había jugado bien, su lenguaje y sus formas ejemplificaron el porqué de su derrota. Quizás en eso el PRI tiene razón: a veces las formas si funcionan. Al menos para revelar la carencia de un fondo.
Twitter: @emiliolezama

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