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Tras nueve meses en el cargo, todos los datos son negativos pero el presidente aguanta por la confianza en que mejoren en 2017 y la división de la oposición
El presidente derechista cae lentamente en las encuestas, pero aún conserva un nivel de aprobación notable –cercano al 50%- que los expertos explican con una característica muy argentina: las expectativas. La mayoría de los consultados dice lo mismo: estoy peor que hace un año pero creo que estaré mejor en 2017. “Estamos mal pero vamos bien”, dijo Menem en los 90.
Buenos Aires.- Uno de los logros que le reconocen prácticamente todos a Mauricio Macri es que ha recuperado las estadísticas creíbles para Argentina. El INDEC, el organismo oficial que maneja los datos, llevaba ocho años intervenido políticamente y nadie se creía lo que decía. Hasta el FMI dejó de contar con esas cifras. Pero ahora que los datos al fin son creíbles, no hay en ellos más que malas noticias.
Una ojeada rápida a la web del INDEC lo deja claro: la inflación en julio creció al 2% mensual, lo que apunta a un 40% anual –en agosto el crecimiento es menor por motivos puntuales pero sigue siendo de lejos el más alto de la región después de Venezuela- el desempleo está en el 9,3%, una cifra enorme para Argentina, la economía cae al 4,3% si se mide sobre el mismo mes del año anterior, la producción industrial se hunde un 7,9%, un desplome que no se había vivido en los últimos 14 años.
La economía está parada, empieza a haber despidos aunque aún no masivos –gracias a la presión de los sindicatos- y los precios siguen subiendo, lo que ha convertido a Argentina en el país más caro de Latinoamérica.
Si a eso se le suman los datos de pobreza que realiza la Universidad Católica, que dice que hay 1,4 millones de nuevos pobres desde que llegó Macri, la combinación es explosiva.
El presidente argentino, que alcanzó el poder con una campaña optimista en la que prometió devolver el país a la normalidad y habló de una “revolución de la alegría” de momento no puede ofrecer a los argentinos más que sangre, sudor y lágrimas. Macri promete que la tormenta escampará. Pero ya ha dado varias fechas para la salida del sol, se cumplieron, y sigue lloviendo torrencialmente en la economía argentina.