Manual para cambiar focos

Manual para cambiar focos

LAGUNA DE VOCES

No pasa mes sin que se funda un foco de la casa, con todo y que ahora son de leds, y el gasto de luz ha disminuido considerablemente.

Nunca había enfrentado reto más complicado que cambiarlo, por no ser de los tradicionales que simplemente se enroscaban como los fusibles antiguos con tapón verde. Ahora las nuevas tecnologías exigen también una paciencia absoluta a la hora de quitar un méndigo seguro a presión, que detiene la pequeña luminaria en su sitio.

Sin embargo, lo más difícil del asunto es mantener la cabeza hacia el techo trepado en una silla, porque evidentemente no tengo escalera, el brazo en la misma posición y la desesperación por no encontrar los dos lados de la argolla dentada, que deben apretarse para que salga una lamparita con dos contactos puntiagudos.

Doy por descontado que la que se localiza en lo alto del tragaluz se quedará así hasta el fin de los tiempos, o cuando un electricista especializado se apiade y venga con todos sus implementos de trabajo, y logre treparse a más de cinco metros. Ni le intento.

Pero el reto es con el del techo de la habitación al que puedo llegar con una silla y nadamás, pero que pareciera prepararse con todo a su favor para ganarme la partida, luego de cortarme un dedo con un desarmador inútil que nada tenía que hacer en esa tarea, pero la desesperación me llevó a utilizarlo quién sabe con qué objetivo.

Así que con la mano sangrante y entumida por estar apuntado al cielo, un ojo colorado por el yeso que se desprendió del plafón y la evocación de tiempos antiguos (siempre mejores), cuando el foco de 100 watts simplemente salía con darle vueltas, llega el momento en que toca retirada y llamar al especialista es la mejor alternativa.

Sin embargo, hablarle a un electricista para que simplemente venga a cambiar un foco suena ofensivo para el espíritu, del que supuso era asunto de niños, de tal modo que pasada la ofuscación se regresa a la tarea abandonada con el orgullo herido, y la certeza de que el calificativo de inútil pesará hasta la eternidad, si la dichosa lamparita no es cambiada.

De vuelta a la silla, dedo pulgar e índice para hacer pinza, sucede que al décimo segundo intento por fin salta el seguro negro dentado y el endemoniado foco de led sale de su escondite. La victoria cantada en la lucha ser humano-tecnología, será ganada por el primero, al menos es lo que pienso cuando quito del pequeño sóquet, o plaquita donde se conecta la luminaria.

Luego de una hora y 30 minutos abro el paquete con el repuesto, leo las instrucciones y con el rictus de victoria en el rostro procedo a colocarlo, seguro de que la iluminación mejorará sustancialmente porque el precio del nuevo foco fue mayor, e incluso luce con un mejor acabado.

Y por supuesto sucede lo que siempre debe suceder: la entrada efectivamente es de dos contactos, pero la lamparita recién comprada a precio de oro tiene dos entradas, con algo que semejan tornillos y no simples agujas como el otro. No hay poder humano que logre que entren, y por lógica elemental descubro que me equivoqué de foco. Así que será preciso darse a la tarea de escribir un manual completo para cambiar lámparas de casa, con un apartado exclusivo en que se anote que debe llevarse a la tienda la que se pretende comprar, compararlas hasta el cansancio y solo después de haber hecho lo anterior, emprender la portentosa tarea de cambiar un foco.

Necesario también un llamado urgente para que en una primera instancia se solicite la ayuda de un electricista, que no solo sabrá adquirir la refacción correcta, sino colocarla sin cortarse las manos, ni quedar acalambrado y chueco del cuello y, sobre todo, con la certeza del contratante, de que sin duda lo podía haber hecho, pero siempre es mejor que un profesional se encargue del asunto.

Ese manual es importante aunque no lo quiera creer usted.

Mil gracias, hasta mañana.

Mi Correo: jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

X: @JavierEPeralta

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