Foro de justicia y seguridad

Foro de justicia y seguridad

El faro

Hace poco más de un año fueron asesinados en una población de Chihuahua dos jesuitas y un guía turístico. Ya en alguna columna anterior de aquellas fechas nos hicimos eco de ese evento. También escribimos sobre cómo en ese estado, cuando menos, desde los años 90 se conocía de la distribución y trasiego de droga. Lo que vivimos actualmente se gestó a fuego lento y muy conscientemente desde aquella época. 

A raíz de aquellos hechos, que en el contexto nacional no fueron de los más horrendos que se han vivido, y catalizando buena parte de la desesperación de algunos sectores de la sociedad, los jesuitas, partes de la Iglesia y de la sociedad civil, comenzaron el cuestionamiento sobre qué se podía y se debía hacer para enfrentar tanta barbarie.

Resultado de estas reflexiones se organizaron espacios diversos para establecer el diálogo. Foros diversificados en distintos sectores sociales y conversatorios en contextos universitarios; también múltiples son los efectos que se alcanzaron y que ya están realizándose.

El pasado viernes día 5 de agosto, en la Universidad La Salle de nuestra ciudad, se desarrolló un foro de esta naturaleza. Durante 3 horas, de manera muy tranquila y basándose en la experiencia de la propia palabra, se pusieron sobre la mesa las diferentes visiones que se tenía entre los participantes temas como ciudadanía, justicia, restablecimiento del tejido social, entre otros.

Apenas fue el foro número 15 en nuestro país. Están programados otros 25 en diferentes estados. Entre todos ellos, se irán gestando las principales ideas que concluirán en un documento final que recoja las intenciones de los participantes.

Hubo personas de diferentes municipios hidalguenses. Se cuidó la  representación de varios sectores sociales: ciudadanos en general, representantes del poder judicial, de los sectores patronales, entre otros. Se expusieron experiencias positivas que se estaban llevando a cabo por algunos de los participantes en el foro. Esto fue el auténtico punto de inicio del diálogo. Se puede trabajar por cambiar las cosas tal y como están.

Posteriormente los asistentes en mesas temáticas de asistencia voluntaria, discutieron sobre claves, temas y prácticas que ayudarían para la transformación de nuestra vida social en algo más seguro y justo.

De esta manera no solamente los que vivimos en la realidad somos los encargados de mejorarla. También la sangre de los no vivos nos anima a que nos pongamos de acuerdo y procuremos que lo que a ellos les ocurrió no se repita, no vuelva a quedar impune y no mueran más inocentes en manos de una violencia estéril, insensible y terrorífica.

Es una manera excelente para que las víctimas, tema central de nuestra reflexión, no desaparezcan en el cieno del olvido. Ellos están presentes en la intención y en la realización de estos foros y conversatorios. Por otro lado, los que aún vivimos nos relacionamos entre nosotros de manera civilizada, racional, emotiva y dialogante para acordar, no para negociar, cómo podemos vivir todos mejor. Esto, por supuesto, no quita las obligaciones de las autoridades de todos los niveles de gobierno. Pero también es un aviso silencioso de que los ciudadanos no estamos de brazos cruzados y que necesitamos otra manera de vivir: pacífica y justa.

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