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El juego de las profecías

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El juego de las profecías

RETRATOS HABLADOS

“La política es el arte de buscar problemas,

encontrarlos, hacer un diagnóstico falso

y aplicar después los remedios equivocados”

(Groucho Marx-1890-1977. Actor estadounidense)

En aquellos tiempos, cuando la diversión más constante en los que de algún modo tenían lugar preferente en el asunto de la política, era adivinar, uno a uno, el nombre de los que serían candidatos al Congreso local y federal, parecía que todo el ejercicio del poder se reducía a esa simple y simplona acción, en la que siempre resultaba vencedor aquel que recibía la lista completa, por su cercanía con el gran elector, o porque resultaba ser el canal idóneo para “airear” las eventuales nominaciones en su primera versión.

Las “versiones”, en ningún caso, rebasaban tres, y en buena parte de las ocasiones, variaban, si acaso, un 5 o 10% de la primera, de tal modo que el personaje que había recibido la “filtración”, podía presumir que prácticamente él había hecho el papel de gran elector, lo que, por supuesto, nunca fue, ni será cierto.

De alguna manera cada quien aprendía su papel en el tinglado de la política del poder, de su aplicación y sucesión, casi siempre este último aspecto de una mayor importancia en las postrimerías de un sexenio, porque no hay gobernante que se haga ajeno al rito para investir a quien lo sucederá en el cargo, y afirmar que es el acto más sincero y honesto de su vida. A veces lo es, otras no, evidentemente.

Así las cosas, y sobre todo en un estado como Hidalgo, donde hasta hace poco no pasaba un año sin que se realizaran elecciones, podrían haberse creado el “Club de los Profetas”, de los infiltrados, de los “Adoradores de la Espada del Augurio”, por aquello de que permite ver más allá de lo evidente.

Era una diversión, dirían las madres de familia, incluso sana, porque no hacía daño a nadie.

El asunto es que tampoco beneficiaba a nadie, porque adelantar una lista, en no pocos casos de verdaderos inútiles, sólo contribuía a cerrar cada vez más la de por sí hermética, exclusiva zona donde se gestaban las nominaciones, siempre liados a una misma familia, de manera directa o indirecta.

Una gran desgracia de la política hidalguense, fue que, durante más de 90 años, tuvo dueños exclusivos, al grado de dar origen a una “Familia Real”, en la que nadie entraba si no era con la aprobación directa de los accionistas mayoritarios. Era así, que fueron cerradas las puertas a jóvenes con gran capacidad, preparación y un compromiso social cierto.

Sin embargo, el entretenimiento superaba a la realidad, y no había reunión de comida o copas, donde no se discutiera una lista que de pronto todos tenían, y que se analizaba tan a fondo, que parecía cosa de vida o muerte.

El hecho fundamental debió haber sido otro, no los nombres, sino las personas que estaban atrás de los nombres, y su capacidad real y comprobable, para hacer un buen trabajo por los hidalguenses, desde la Cámara de diputados local, federal, o en el Senado de la República.

Y, por cierto, ya estamos en la misma historia a estas alturas, pero como nunca es deber y compromiso, no competir a ver quién tiene más palomas en su lista adivinatoria, sino cumplir con la tarea de dar a conocer las posibilidades reales de un presunto o presunta, la veracidad de que no fue colado en la vía plurinominal, porque sus parientes lo recomendaron, etcétera, etcétera, etcétera.

Del juego absurdo de las profecías, es momento justo de pasar al de las valoraciones, porque nadie cambia cuando contrae matrimonio, para desgracia de la esposa, y mucho menos cuando se sienta en la curul. Este último, por el contrario, si era malandrín, lo será peor. Están avisados.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico