RETRATOS HABLADOS

●    De cultos y caballerosos

La egolatría es un factor que abunda en el ambiente periodístico, y sin duda con igual frecuencia en el de la cultura. Abundan los que se creen seres iluminados, genios, poseedores de verdades absoluta, que con la mano en la cintura descalifican al que se les pone enfrente, con el único argumento de que son ellos los que lo dicen, y luego de eso no hay nada que discutir.
    Y por lo mismo las actitudes de divas son el pan de cada día, con un canibalismo como consecuencia, en el que solo de vez en cuando surgen personajes respetables y respetados, que por lo mismo respetan a sus colegas o compañeros de largas jornadas laborales.
    Y esas poses fatuas, plenas de yoyerismo, desembocan en una incapacidad para generar un sentido mínimo de solidaridad, de tal modo que cuando se presenta alguna agresión contra el trabajador de algún medio de información, la tendencia es a ignorarlo o autoproclamarse defensor de todos los periodistas del mundo, en un afán siempre de protagonismo.
    El asunto de la cultura es igual o peor.
    Ningún creador que se precie de tener cierto nivel avalará la gestión que está por concluir al frente del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, del historiador Pepe Vergara. Por el contrario, señalarán fallas terribles, y de plano afirmarán que fue un sexenio perdido.
    Lo mismo hicieron con el trabajo de Lourdes Parga en sus tiempos, a quien no se cansaron de presionarla para sacar provecho por años y años.
    Peor todavía si es el caso de Agustín Ramos, a quien no se cansan de calificar como el peor engendro de cuantos engendros hayan estado al frente de la cultura hidalguense, con todo y que con él se alcanzó la producción editorial más amplia en mucho tiempo, y no precisamente de libros de lujo que solo sirven para regalos de fin de año.
    Sin embargo este grupo de intelectuales-oficiosos, porque una buena parte de su vida han vivido de becas del organismo al que critican, y de premios que ganan una y otra vez, saben de sus limitaciones, de sus alcances que no rebasan, como alguna vez lo calificó el profesor Rafael Cravioto, la cultura aldeana que todavía padecemos.
    Y es fruto de lo anterior que hoy como pocas ocasiones, han desatado una verdadera campaña de descalificación contra la gestión de Pepe Vergara, porque seguramente ellos sí saben cómo hacerlo, con todo y que disfracen sus verdaderas intenciones con la profunda preocupación que dicen tener por la cultura en Hidalgo.
    Se trata de los mismos grupos que desde hace más de 30 años dan por hecho que esos son sus terrenos, y que por lo mismo nadie tiene el derecho de meterse en asuntos que solo a ellos les competen.
    Y por supuesto también surgen personajes de una vanidad y egolatría enfermiza, que no se cansan de colocar calificativos a quien se cruza en su camino, y autocalificarse como soberbios dramaturgos y empresarios de la cultura.
    Lo cierto es que quieren hueso, el vulgar y mortal hueso. Es decir puesto, es decir poder. Y lo mismo ellos que desde el bunker universitario, de nueva cuenta se busca colocar a una dichosa promotora en esos menesteres.
    De un plumazo no pocos ya descalificaron a un historiador como Pepe Vergara, a un hombre que siempre ha tenido como norma conducirse con honestidad en cada una de sus actividades. De manera cínica verdaderos vividores de la cultura ya le dieron calificación de reprobado.
    Y sin embargo es una constante.
    Ya le digo por qué se parece tanto el ambiente periodístico al de la cultura.
    Ni a cuál irle.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

jeperalta@gmail.com
twitter: @JavierEPeralta

CITA:
De un plumazo no pocos ya descalificaron a un historiador como Pepe Vergara, a un hombre que siempre ha tenido como norma conducirse con honestidad en cada una de sus actividades. De manera cínica verdaderos vividores de la cultura ya le dieron calificación de reprobado.

   
   

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