Fin de las Olimpiadas de Río 2016 y del deporte en México

La medalla de bronce, obtenida por Misael Rodríguez en boxeo, no puede ser el resultado de los millones de pesos gastados para apoyar el deporte en México en estos años

Este fin de semana concluyen las Olimpiadas de Río de Janeiro, Brasil, 2016 y con ello los sueños de México de realizar un papel exitoso en ellas.  La medalla de bronce, obtenida por Misael Rodríguez en boxeo, no puede ser el resultado de los millones de pesos gastados para apoyar el deporte en México en estos años, pues el boxeador juarense debió pedir ayuda económica en las calles para poder ver coronados sus esfuerzos y sueños.

Sin duda alguna, no es lo mismo intentar aclarar el caso de “Polete”, la niña asesinada en su propia casa en el Estado de México, que dirigir la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE). El ex procurador del Estado de México, Subprocurador de la PGR, Comisionado especial del gobierno federal en Michoacán y ahora Director de la Conade, Alfredo Castillo, tendrá mucho que informar a los legisladores a su regreso de Brasil, aunque luego todo termine en nada, como siempre pasa en nuestro país.

Si no se ha sido atleta, es difícil imaginar los sacrificios que deben realizarse en México para poder entrenar y competir. No sólo se trata de levantarse a las cinco de la mañana para transportarse y estar entrenando de seis de la mañana o siete hasta las diez, sin alimentación adecuada, sin los medios necesarios para ello y sin un control médico adecuado. Pero así ha sido la historia de la mayoría de los atletas hasta tener la fortuna de llegar a las instalaciones de COM.

El éxito del deporte en Cuba se basó durante años en la promoción del deporte en todos los niveles de educación; en la realización anual de competencias intergrupales, entre escuelas de los diferentes niveles, entre facultades y entre universidades; haciendo del deporte una fiesta anual en los centros de estudio.

Gracias a ello, y lamentablemente, desde hace unos años hemos visto atletas cubanos compitiendo por otros países y entrenadores cubanos formando atletas alrededor del mundo.  Si bien los logros de Cuba en las Olimpiadas de Río  no han sido lo que solían ser, los frutos del trabajo de la revolución cubana en el deporte hoy son compartidos por numerosos países a través de sus atletas y entrenadores, México incluido.

Lo lógico es entender que, sí los Estados Unidos han sido exitosos en los deportes, al igual que los cubanos, los coreanos y chinos, entonces habrá que voltear a ver sus modelos deportivos y traer entrenadores a México que le permitan al país desarrollar el deporte de manera competitiva.  Millones de pesos no pueden esfumarse sin que el país pueda avanzar en el deporte, sólo para llegar a hacer el ridículo en las Olimpiadas.

Sí no hay resultados tangibles en el deporte amateur en México ahora, los ciudadanos tienen derecho a cuestionarse ¿A dónde están yendo esos millones de pesos que se gastan en él cada año? ¿Qué nuevas mansiones estarán construyéndose con esos recursos o cuántas camionetas cuatro por cuatro se habrán comprado a nombre del deporte y sus atletas? ¿Cuántos viajes justificados por el deporte se habrán financiado?

Son lamentables los resultados obtenido por México en estas Olimpiadas de Río 2016, pero finalmente constituyen la mejor expresión de la crisis económica y social por la que atraviesa el país. Miles de jóvenes han encontrado en la delincuencia y el crimen organizado la salida fácil para sus problemas; el deporte ha quedado relegado, al igual que el humanismo que llevó a miles de ellos en el pasado a defender las causas justas de México y otros países.

Sin embargo, los resultados de México en el deporte no son sólo responsabilidad del presidente Enrique Peña Nieto y su gabinete, sino de los diputados y senadores que aprueban y auditan el uso de los recursos públicos cada año destinados a promover el deporte en el país; de los gobernadores y presidentes municipales, quienes están pensando en cuando dinero se llevarán al concluir su mandato, antes que destinar recurso para promover la cultura y el deporte.

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