
Blanca (Laura López) es una madre soltera que vive en un hospicio dirigido por el padre Manuel (Alejandro Goic). Desde niña ha sufrido el abuso y maltrato, pero todo parece cambiar cuando se descubre que uno de sus ofensores es un prominente político y el asunto se convierte en un escándalo mediático.
Ese es el motor de “Blanquita”, cuarto largometraje del chileno Fernando Guazzoni. conocido por ‘La colorina” y “Carne de perro”, a cuya premier nos invitaron los buenos amigos de Calouma.
El guión del propio realizador se basa en hechos reales, que muestran los poderosos aliados con los que cuentan las cadenas de pedófilos, entre los políticos y la misma iglesia.
El asunto se va complicando cada vez más, al descubrirse que Blanquita no fue la víctima directa, sino que lo fue un chico al que apodan el Oso Blanco y que ha desaparecido
Blanquita y Manuel se alentarán diciendo que las mentiras que cuentan son en realidad la verdad y que las mantendrán sin importar las consecuencias.
Ya en “El club de Pablo Larraín” se denunciaba la hipocresía de la iglesia católica que ocultaba a los padres pederastas. Aquí se trata de justificar la conducta de los políticos pederastas “por sus contribuciones a la iglesia”.
Blanquita es pues un doloroso testimonio del poder de las cadenas de pedófilos –baste recordar el acoso a Lidia Cacho por denunciarlas- y de la impunidad con la que operan.
Dato: El guión del propio realizador se basa en hechos reales, que muestran los poderosos aliados con los que cuentan las cadenas de pedófilos, entre los políticos y la misma iglesia