
RELATOS DE VIDA
Ni en los peores escenarios de mi vida laboral llegué a vislumbrar este momento, ese en el que ya no estarías en la pecera alocado por las tareas, la revisión de notas, la edición de videos, y aún así, con tanta carga de trabajo, con esa sonrisa tan característica.
Será extraño llegar a la redacción y no verte bailar en los pasillos o subirte en los cubículos, interpretando los grandes éxitos de la diosa Gloria Trevi, ejecutando un majestuoso performance que culmina en carcajadas porque tu acrobacia salió mal.
Será extraño no verte en la cocina preparando el desayuno o escucharte decir “como que se antoja un postrecito”, para cerrar la hora de la alimentación.
Será extraño no mandarte un mensajito para solicitar tu presencia en la banca del jardín para echarnos un cigarrillo, mientras nos ponemos al día en cosas laborales, del amor, y de los nuevos proyectos, así como de las innovaciones que seguramente nos cargarán de trabajo.
Será extraño no verte a la hora de la comida y tener la tornamesa con pláticas efímeras, pero divertidas, habitualmente de temas del espectáculo, bromeando y hablando en doble sentido, mientras tienes un juego de miradas con el prefecto del trabajo.
Será extraño no admirar tus looks y sonrisa tan tuyos, escuchar tu peculiar voz llena de sinceridad y buena vibra, o frases tan de moda como “la queso”, sé que esto no es un adiós, porque siempre que lo necesitemos… estaremos uno para el otro.