UN “VAQUERO” CON GUANTES

#BOX

●    Pasó Misael Rodríguez sus primeros años rodeado de naturaleza y animales de granja

“A veces se enojan, pero a mí me motiva mucho cantar el corrido de Chihuahua”, comparte.
Cuando Misael regrese a Ciénegas ya con la medalla en el cuello quiere desconectarse de todo, al menos durante una semana: “quisiera visitar a mi familia y también salir a montar a caballo y también pescar”.

 En la Ciénega de Ceniceros, Chihuahua, pasó Misael Rodríguez sus primeros años. Rodeado de naturaleza y animales de granja, el púgil creció con la filosofía de que para alcanzar cualquier meta se tiene que trabajar lo doble que los demás.
“En el lugar de donde vengo la gente se dedica a la ganadería, de hecho de ahí salen los mejores ejemplares y por eso decidí comprar mis propias vacas. Al principio lo vi como una inversión a largo plazo y empecé con nueve y un toro; ojalá pronto pueda comprar más. Con los ganaderos aprendí que siempre tienes que dar ese extra cuando todos piensas que vas a caer”, dijo.
Junto con su madre Aurelia, el “Chino” planeó viajar a Estados Unidos a los 17 años para buscar su ingreso en una universidad de aquel país. Los planes no salieron como el chihuahuense esperaba, así que decidió aprender inglés y regresar a la práctica del deporte que inició cuando tenía 15 años; el boxeo.
“Los guantes se volvieron una de mis pasiones y tuve la fortuna de comprobar que era bueno al convertirme en campeón nacional a los 19. Desde ahí todo ha sido una locura. A los seis meses de integrarme a la selección nacional gané la medalla de plata en unos Juegos Centroamericanos de Veracruz y un año después el bronce en los Panamericanos de Toronto. Lo que estoy viviendo ahora parece un sueño hecho realidad”.
La Navidad del año 2000 fue la última que el mexicano pasó con su padre Jesús Manuel Rodríguez. Recuerda el púgil que, aunque no lo observó pelear ya como seleccionado nacional, sí se enteró de su pasión por el boxeo.
“Yo tenía seis años cuando él falleció; siempre supo sobre mi gusto por los golpes, porque desde chiquito tenía unos guantes para boxear o jugaba con calcetines con mis hermanos a las peleas”, cuenta el deportista.
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 TRES FINALES CON MEXICANOS Y CERO MEDALLAS

México vivió de altas expectativas una jornada más en Río 2016. Tres finales y cero medallas.
La agenda tricolor del día la inició el mexicano Alberto Álvarez, que terminó noveno en el salto triple, con una distancia de 16.56 metros.
“Pude haber saltado mejor, pero los pequeños errores son los que marcan la diferencia. Los ganadores tienen un grupo de 10 personas y yo soy solo con mi entrenador”, destacó el quintanarroense, poseedor del récord nacional en esta disciplina.
En el agua, las esperanzas de podio también se ahogaron. La dupla mexicana de Nado Sincronizado, pese a irse con las manos vacías, se mostró satisfecha al cumplir su objetivo: ubicarse entre las mejores 12 del certamen.
Nuria Diosdado y Karem Achach cerraron su participación olímpica en el sitio 11. El mejor resultado nacional que se ha obtenido en el nado sincronizado fue en Sidney 2000, con el noveno lugar de Erika y Lilian Leal.
Por su parte, en los clavados de trampolín individual de tres metros, Rodrigo Diego no pasó de las semifinales, mientras que la carta fuerte de México, Rommel Pacheco, logró remontar posiciones en la final para adjudicarse un séptimo sitio general.
Yvonne Treviño no logró su clasificación a la final de salto de longitud. En la preliminar se estancó con 6.16 metros y con dos intentos ilegales.
A temprana hora, el velocista José Carlos Herrera cumplió al ganar su heat eliminatorio de los 200 metros planos.

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