
RETRATOS HABLADOS
“Esto también pasará”, es una frase socorrida cuando intentamos dar ánimo a quien vive un momento complicado en su existencia, y quiere decir, de manera fundamental, que nada podrá ser tan grave como para quedarse hasta la eternidad; de modo que lo efímero se aplica como bálsamo curativo, con todo y que esta acción, no hace sino confirmar que la vida humana es un suspiro, a veces con poco sentido.
Todo nuestro esfuerzo, desde que nacemos, se enfoca a lo imposible, es decir, perpetuar lo que de origen es efímero, pasajero; porque ambicionar lo contrario es un absurdo que va contra las normas más básicas del ensayo de vida que personifica el ser humano. “Esto también pasará” sin duda consuela en momentos tétricos y preocupantes como los que hemos vivimos, porque nos hace confirmar que de alguna manera logramos levantarnos de tragedias colectivas y personales, para protegernos en una “realidad” que tiene como eje central de su bondad, sentarnos en el carruaje del olvido. Y así, de pronto, sin darnos cuenta, olvidamos la primera ambición cuando salimos del vientre materno: no permitir que la nada nos consumiera, y la nada es el olvido.
Soportamos la sinrazón de las cosas a partir de empeñar casi todos los esfuerzos en la tarea de sobrevivir, que no vivir, y eso nos agota, nos evita volver a pensar en esa idea del recién nacido que juraba no iba a pasar lo mismo, de tal modo que de alguna manera descubriría la manera de trascender su destino efímero que solo destinó su voluntad a cultivar lo intrascendente, lo que siempre dicen los filósofos de la felicidad “no podrás llevar cuando mueras”. Es decir, los bienes materiales que pasado el tiempo se echarán a perder, o bien quedarán en manos de los descendientes como brebaje que también les haga olvidar que tenían por obligación hacernos eternos.
Sin embargo, “esto también pasará” funciona con perfección absoluta cuando observamos a un país enrarecido, donde los grupos criminales no dejan de matar personas, que se pavonean con miles y miles de ejecutados, y que incluso algunos empiezan a sospechar acabará con la humanidad cuando finalmente nos demos por vencidos y declaremos que se haga la voluntad de esos sujetos.
Es decir, que los criminales convencerán a todos que la eternidad estaba ante ellos; que si la habían rechazado en tantas ocasiones, para estos momentos ya no es asunto de buena voluntad, sino de obligación absoluta.
Solo en ese momento, cuando la frase “esto también pasará” no surtiera ningún efecto, podríamos convencernos que finalmente estamos ante un momento único y definitivo del ser humano, que quiere decir el camino sin retorno a reconocer y conocer lo que verdaderamente valdría la pena para vivir eternamente.
“Esto nunca pasará”, tendría que ser la nueva frase para apurar la felicidad de que hay algo en la mágica vida de las personas, que se quedará para siempre, se acabe o no la tierra y el universo. Algo que puede ser diminuto para quienes valoran todo a partir de la cantidad en la cuenta de banco, en posesiones, pero que sabemos es tan poderoso que nos hace querer esperar con paciencia el paso decisivo que se da a la hora de partir; porque todo puede empezar si hay razones para querer vivir en los lugares insondables donde habitan los que un día cualquiera consiguieron la eternidad, porque lograron amar el universo entero en la cálida voz de quien transformó lo efímero en luz eterna.
Mil gracias, hasta mañana.
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