En sueño americano del gobierno de México

El Tratado de Libre Comercio  de América del Norte (TLCAN), firmado a finales de 1993 y entrado en vigor en 1994, abrió la expectativa de crear más que una zona de libre comercio y seguir los pasos de la Unión Europea. Hoy, 22 años después, ese sueño está a punto de convertirse en una pesadilla. México envía hacia Canadá y los Estados Unidos anualmente el 82% del total de sus exportaciones, en promedio, y el fin del TLCAN, indudablemente, propondría en un dilema a la economía nacional.

En medio de la crisis actual, que no reconoce el gobierno federal, donde su cifras de creación de empleos se han convertido en el mejor ejemplo oficial de que ésta no existe; el reciente reporte del Departamento de Comercio le ha venido a dar un espaldarazo más, al ratificar a México como el tercer socio comercial de los Estados Unidos, detrás de Canadá y China; señalando que nuestro país incrementó su participación en el mercado estadounidense, al pasar del 14% del total de las importaciones en volumen a 14.6%, durante el primer semestre del 2015.

Sin embargo, el sueño mexicano se puede convertir en pesadilla si el candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, gana las elecciones en noviembre próximo.  Ayer lunes ratificó en Detroit, el centro de la industria automotriz, que va a preservar la riqueza y los puestos de trabajo en los Estados Unidos; lo cual ha sido una constante en sus discursos.

Si uno analiza seriamente lo que plantea, hay que entender que el auge actual de la industria automotriz en México es producto de la existencia del TLCAN. Las empresas asiáticas y europeas han estado llegando a México para instalarse, no sólo porque la fuerza de trabajo es más barata aquí que en los Estados Unidos y Canadá, sino porque al hacerlo y aprovechar las ventajas que ofrece el país para hacerlo, les permite exportar sus productos libremente (sin pagar aranceles y respetando las reglas de origen establecidas) a los Estados Unidos y Canadá, que constituye su principal interés.

La inversión extranjera que ha llegado a México es, fundamentalmente, proveniente del sector automotriz y su interés no es otro, sino aprovechar las ventajas del TLCAN para llevar sus productos a los Estados Unidos, con costos de producción más bajos que si se produjeran en ese país o se exportaran desde otro país.

Las encuestas dicen que Donald Trump es más creíble que su rival en la economía. Es por eso que Trump ha optado por explotar el tema de libre comercio y de los “empleos robados” los Estados Unidos, algo que tiene eco en los  estadounidense que no han terminado de superar la crisis de 2008, la cual les arrebató sus empleos y sus patrimonio.

Trump, habla de la renovación de la económica de los Estados Unidos, precisamente en Detroit, la mejor expresión del desastre económico de la crisis del 2008 en la industria automotriz y su deslocalización, lo cual lo ha convertido en la figura de una América que está en caída y quiere, a toda costa, levantarse. En su discurso estuvieron presentes los temas de los tratados de libre comercio, los impuestos, la renovación del acero y el carbón de los Estados Unidos, de la inmigración, los militares y el crimen; todos ellos preocupaciones del ciudadano común.

Donald Trump podría darle una sorpresa a Hillary Clinton, y con ello, poner fon al sueño americano del gobierno mexicano, el cual ha usado la emigración de millones de mexicanos hacia los Estados Unidos, como una válvula de escape que le ha permitido reducir la presión social por el empleo y el bienestar social. ¿Qué sería de México sin los Estados Unidos hoy?

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