¿QUÉ PASARÁ DESPUÉS DEL 2024?

<strong>¿QUÉ PASARÁ DESPUÉS DEL 2024?</strong>

La moneda sigue en el aire, aunque se advierten las tendencias con mayor claridad: el PRI y aliados ganarán Coahuila y el Estado de México pasará a formar parte del patrimonio político de AMLO, Morena y la 4T. No se ve cómo las cosas pudieran ser de otra manera, salvo imponderables de última hora.

Lo siguiente no es cuestión de mañaneras, tampoco de triunfalismo banal o recíprocas ofensas que pudiesen desembocar en una situación de conflictos serios. Razones y sinrazones de diversos tamaños y jerarquías están acumulándose ya, para estallar en su momento. De manera ejemplificativa, que no limitativa ni jerárquica, me permitiré comentar.

Para algunas familias, la ayuda que dan a hombres y mujeres de sesenta y cinco o más parece irrelevante y hasta ridícula, en cambio, quienes viven en pobreza extrema, la misma es una razón de supervivencia. En el segundo caso, la posibilidad de una cancelación puede generar gravísimos conflictos sociales, porque la mayor parte de los beneficiarios ignora que el apoyo tiene fundamento constitucional. En este simple programa, el partido en el poder tiene una gran reserva de sufragios que fortalecen su permanencia. 

El tiempo es parte fundamental de la circunstancia. Su sólo transcurso transforma, para bien o para mal, los diferentes escenarios que los actores políticos tienen. Así, surge la pregunta ¿Por qué cayó el PRI? Hasta ahora he escuchado sesudas opiniones, dentro de las cuales no está alguna que diga que el PRI envejeció de manera natural. Con sus enemigos, sin sus enemigos o contra sus enemigos, aquella época de esplendor habría terminado. 

Acostumbro reunirme a desayunar los jueves con un grupo de amigos, los cuales desempeñaron cargos de importancia en los tres poderes de la república, en la entidad y en diferentes municipios. Todos llevamos como marca política nuestra pertenencia al PRI. 

Ahora que estamos fuera del gobierno, en lo general existe gran madurez y resignación, pero permean el espíritu de cuerpo, la inconformidad y aún la obligación moral de salvar a nuestro instituto político. Entre todos circula la pregunta ¿Qué podemos hacer para que el PRI vuelva a dirigir los destinos del país? En forma de lluvia de ideas, surgen las propuestas más inverosímiles y las fórmulas, a mi juicio, más inviables, para llevar a cabo la transición. La opinión mayoritaria se orienta en el sentido de realizar actividades públicas y privadas que nos lleven a lograr lo que todos sabemos que es nuestro principal objetivo. Buen porcentaje de opinión sugiere abandonar la zona de confort y reanudar actividades de militancia similares a las que teníamos cuando estábamos en el poder.

A mi juicio y a riesgo de ser repudiado por mis amigos, creo que debemos dejar al tiempo que juegue su papel, limitándonos a observar con sentido crítico a los diferentes actores que hoy juegan los roles que nosotros tuvimos ayer. Tenemos obligación de ser críticos, pero no metiches ni obstructivos para entorpecer las cosas y estrategias que pudieran salir bien. Así como en nuestro tiempo pedimos y tuvimos la oportunidad de trabajar en paz, tratando de respetar la crítica. Hoy es tiempo de escuchar y opinar, solo cuando dicha opinión nos sea solicitada.

Mientras tanto, considero que debemos permanecer a la expectativa y cuando haya necesidad de criticar con palabras, letras o acciones, que no estén destinadas a caer en el silencio, o peor aún, a ser tan estériles como semillas devoradas por aves predadoras.

Quienes en este momento se sienten dueños del país, en cada decisión plantan un fracaso; los afectados se aguantan o no ven, pero cuando las acciones fallidas se multiplican, se tornan inocultables porque, además, perjudican en lo social y en lo colectivo a los ciudadanos. Ya decía Maquiavelo aconsejando al Príncipe: “Tendrás tranquilo a tu pueblo cuando no toques sus bolsillos y respetes a sus mujeres”.

Aunque el tiempo también mina los ímpetus de venganza. Yo no he perdido la costumbre de dialogar, a la manera socrática, con quienes fueron mis amigos y con quienes lo siguen siendo. He visto a hombres de gran poder económico y político que, a los pocos meses de que cayó “nuestro partido”, están buscando la manera de acercarse al nuevo poderoso. Estoy seguro que nueve de cada diez presidentes municipales del PRI, darían cualquier cosa por recibir una sonrisa o un público abrazo del Gobernador. 

Muchos ex se han ido por la puerta grande, otros andan “a salto de mata”, con el insoportable peso de las órdenes de aprehensión sobre su espalda. En fin, repito: “Los carniceros de hoy, pueden ser los cerdos de mañana”.

Otro factor que debe analizarse, es el futuro personal de los ex gobernadores más recientes. Julio Menchaca es un hombre respetable y respetado como persona; dotado de gran sensibilidad, no lo creo, sin embargo, poseedor de un espíritu pusilánime. Estoy seguro que es capaz de tomar o, en su caso, respaldar las decisiones más drásticas, si está convencido de su beneficio. En fin, quedan poco menos de dos años para interpretar nuestra realidad de entonces y de ahora, para saber cuál es nuestro escenario más probable y qué podemos (¿o debemos?) hacer dentro de nuestra circunstancia.

Un amable lector contesta la pregunta con la cual inicié este escrito: “Pasará que el nuevo mesías exhibirá los defectos del que se va, así como el actual ha hecho lo suyo. Los nuevos lidiarán con lo que les dejan y volverá el juego que todos jugamos. El vulgo ya se dio cuenta que también puede gobernar (aunque no sepa). La lucha por el poder será más intensa al interior del grupo que aún gobierna”. Gracias Licenciado Cleto.

Related posts