El deporte y el periodismo

El deporte y el periodismo

El Faro 

No es la intención de esta columna convertirse en un espacio de comentario periodista centrado en las actividades deportivas. Quizá en alguna ocasión aislada, pero nada más en esa situación. Se propone unir dos eventos que se han dado durante la semana pasada: la premiación internacional de la periodista Carmen Aristegui y la final del fútbol mexicano. 

La periodista mexicana fue reconocida, entre otros muchos, con el premio Internacional Héroe Mundial de la Libertad de Prensa 2023, otorgado por el Instituto Internacional de Prensa y el Soporte de Medios Internacionales. Se otorga este premio a periodistas de relevancia mundial que, en medio de un ambiente hostil contra la libertad de prensa, han ejercido su profesión de manera ejemplar cumpliendo su compromiso de información a la ciudadanía. No se trata, solamente, de la actividad periodística que realiza en el presente, sino también de toda la larga historia que ella tiene de haber informado contra la corrupción del estado mexicano en contexto de persecución, difamación, pérdida de trabajo, vigilancia ilegal con software de espionaje, amenazas y robos de oficinas.

La palabra, como ya hemos mencionado en otros números de la presente columna, que enlaza con la de héroe es la deber. El héroe, que es el que necesitamos en estos días y que nos interpela personalmente, es la persona que hace lo que es su deber. Lo hace de manera silenciosa y porque esencialmente cree que es su obligación. La palabra “obligación” hace referencia etimológica al compromiso, a la liga, que alguien tiene con el que tiene enfrente. Más allá de que se lo hayan reconocido en la premiación, Carmen hizo lo que hizo porque consideró que era su obligación. Por eso es una heroína. Y por eso es ejemplar, es un modelo a imitar por parte de todos los que nos ponemos frente a su programa e investigación cada día que se emite desde internet. 

El otro evento que aconteció el fin de semana pasado fue la final del futbol mexicano. Más allá de qué equipos se enfrentaron y de quién ganó o perdió, desearía fijarme en algunas actitudes que pudieron observarse desde la limitación de la retrasmisión televisiva. Estas actitudes no se ven solamente en la final, también se pueden observar de manera consuetudinaria. Y no solamente se ven en el fútbol mexicano. 

El ejercicio deportivo tiene la opción de verse como una oportunidad de autosuperarse, de autoconocerse y de mejorarse como persona. No se trata solamente de fortalecer las cualidades físicas, también las morales pueden entrar en juego. En nuestro fútbol no es extraño ver casos en que los jugadores simulan golpes recibidos, se tiran al suelo y se quejan como si hubieran tenido una lesión grave. Pueden verse también, momento en donde se intentan marrullerías para engañar al árbitro. El engaño y la simulación, en todas sus versiones, se entrelazan con las decisiones más técnicas. Y además, aparece la protesta y la indignación cuando el árbitro no cae en el juego de mascaradas propuesto.

El fútbol mexicano lo ven muchas más personas que la premiación de Carmen. Las actitudes de algunos futbolistas tienen más influencia que las de la heroína del periodismo. La poca ejemplaridad de las actitudes de algunos futbolistas tiene más repercusión que la noción del deber y obligación que cualquier héroe personifica. Si somos, en parte, lo que vemos, tenemos la tarea de ser críticos y de no dejarnos embaucar con lo que parece más fácil y más práctico, aparentemente. Vivan los héroes.