“Las mujeres somos más que un grupo social”

“Las mujeres somos más que un grupo social”

ENTRE LÍNEAS

El día de hoy, en la reunión bienal de la Asociación Internacional de Mujeres Juzgadoras (IAWJ, por sus siglas en inglés), llevada a cabo en Marrakesh, Marruecos, se reunieron cientos de mujeres juzgadoras de todo el mundo, quienes presenciamos a un grupo de mujeres dignas de reconocimiento y admiración: las juzgadoras afganas que fueron rescatadas con ayuda de las juzgadoras de la IAWJ, especialmente australianas, inglesas, griegas y españolas.

En los discursos que cada una de ellas expuso a sus homólogas -algunas en inglés y otras en un esmerado pero escaso español- se conoció cómo gracias al esfuerzo y contribución tanto económica como de auxilio, primero a que pudiesen salir de Afganistán con vida, y luego, a que consiguieran apoyo en otro país, lograron estar ahí, contando sus terribles experiencias.

Es decir, expusieron cómo las niñas y mujeres afganas sufren actualmente la opresión del grupo en el poder “El Talibán”, y cómo los derechos humanos que tanto nos distinguen entre raza, han sido invisibilizados por un mundo insensible ante el dolor y sufrimiento de dicha parte de la humanidad.

Se destacó cómo, la Convención de Ginebra de 1949, (integrada por sus cuatro convenios y protocolos) solo concibe como grupos sociales dignos de considerarse como personas protegidas durante una guerra: a los miembros de las fuerzas armadas de alguna parte en conflicto o de otros países, los cuerpos voluntarios, los integrantes de alguna tripulación o, incluso, quienes siendo civiles tomen espontáneamente las armas; sin embargo, no reconocen como personas dignas de refugio a quienes por su sexo, género o edad, corren un gran peligro en tiempos de guerra en su lugar de nacimiento y residencia.

Dicha circunstancia pareciera, además de no ser compatible con el respeto a los derechos humanos, que internacionalmente hoy todas las naciones propugnan, no corresponde al principio de igualdad y no discriminación a favor de las mujeres, no como grupo social, sino como más de la mitad de la humanidad.

En otras palabras, ser reprimidas, castigadas, marginadas y hasta vejadas en su dignidad como personas por el hecho de ser mujeres, no se considera una razón suficiente para brindarles refugio a miles de niñas y mujeres afganas que al día de hoy sufren el riesgo de nulificar su existencia sin más razón que ser mujeres, puesto que la comunidad internacional (los países tratantes) no han considerado actualizar las hipótesis de personas protegidas dignas de refugio -además de las que ya se ha dicho-.

Por tal razón, tanto las juzgadoras afganas como todas las juzgadoras reunidas, se han levantado en una sola voz: defender y garantizar los derechos humanos con la vigencia necesaria para hacerlos reales y efectivos para todas las personas, pues las mujeres no somos un grupo social.

Es por ello que, en esa lucha constante por los derechos de las mujeres, la primera Juzgadora de nuestro país, la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ministra Norma Lucía Piña Hernández, recibirá como reconocimiento a la defensa de los derechos humanos y particularmente de las mujeres, en búsqueda de la equidad sustantiva o igualdad real, el Premio 2023, otorgado por esta Asociación Internacional de Mujeres Juzgadoras a quienes se distinguen a nivel internacional por esta digna lucha.

De ahí que sea motivo de orgullo y celebración para todas las y los mexicanos esta distinción a la primer mujer que dirige la máxima casa de justicia de nuestro país. Al fin de cuentas, las mujeres somos más que un grupo social en vulnerabilidad (madres, hijas, tías, sobrinas, abuelas, etc.), somos la mayor parte de la humanidad, libres y con una voluntad independiente, con el coraje para sostener -como diría la defensora de derechos humanos estadounidense Susan B. Anthony- Los hombres, sus derechos y nada más; las mujeres, sus derechos y nada menos.” 

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