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RETRATOS HABLADOS

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*La tierra que nos dio sus brazos

Pachuca se ha convertido en una tierra fundamental para quienes se ven en la necesidad de trabajar en la ciudad de México o su área conurbada. El destino de cientos de miles de jefes de familia, se habría convertido en una pesadilla sin fin, de no contar con la opción de la capital hidalguense para guarecer a sus hijos, esposa-esposo, de las veleidades de una macrópolis como el DF.             
Tampoco se entendería a estas alturas la Ciudad de los Vientos, sin la presencia de esos cientos de miles defeños, que un día, luego del terremoto de 1985, decidieron que ya era suficiente, y que estarían dispuestos a lo que sea, con tal de que sus familias tuvieran al menos la oportunidad de una vida de calidad.             
Pachuca registró un crecimiento explosivo a partir de la ola migratoria de la capital del país a su territorio. Algunos podrán afirmar que también trajo muchos problemas, pero en la balanza final los beneficios son más amplios.             
Catalogada como un gigantesco pueblo durante muchas décadas, la Bella Airosa hoy tiene un nuevo rostro, ajeno al que presentó casi desde su nacimiento con calles oscuras y una tendencia casi natural a encerrarse en sí misma.             
Miles y miles de defeños viajan todos los días al Distrito Federal o zona conurbada para cumplir en sus empleos. Es un peregrinar todas las madrugadas en los autobuses, apenas dan las cinco campanadas de la madrugada.             
Seguramente usted los ha visto si ha tenido la necesidad de viajar a la capital del país apenas cuando empieza el día.              
Y sí, son los mismos. Entumidos en temporada invernal, somnolientos casi siempre, pero con una vocación seria, real por cumplirle a sus familias. Y nunca, se lo puedo asegurar, hablan mal de la tierra que les dio cobijo. Son gente agradecida de que sus hijos hoy tengan la posibilidad de una vida mejor, más segura, más tranquila, más plena de oportunidades.             
Siempre que viajo al DF recuerdo, y miro los ahora modernos autobuses, antes Flecha Roja con ventanas que no cerraban, y son los mismos pero siempre esperanzados, de buen humor, entrones como se dice.             
Algo los mueve para cumplir madrugada a madrugada el eterno viaje. Ese algo es el amor absoluto por sus familias, la seguridad de que por fin encontraron buen puerto para sus sueños, sus anhelos.             
Pachuca es hoy una ciudad plena de esperanza para todos, porque con todo y el carácter huraño que a veces tiene, nunca se cansa de abrir sus brazos para recibir al migrante, al que dejó su tierra por otra mejor, al que tiene la seguridad de que los sueños todavía se pueden cumplir.              Y de todo resultó una combinación plena: el carácter determinante del nativo de Hidalgo, la esperanzadora mirada del que llega, y hoy mismo los hijos ya hidalguenses que saben de la bondad de una tierra como la que los vio nacer.
             A veces, cuando la carretera trae los recuerdos, uno no puede sino decir que fue la suerte, la mano divina, la que un día hace más de 30 años, nos trajo a esta tierra, plena de respeto para que el que se pensaba sin casa para toda la vida.              
A veces los recuerdos traen todo eso, y el presente que siempre es digno de festejar y atesorar.             
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
twitter: @JavierEPeralta

CITA:
Y sí, son los mismos. Entumidos en temporada invernal, somnolientos casi siempre, pero con una vocación seria, real por cumplirle a sus familias. Y nunca, se lo puedo asegurar, hablan mal de la tierra que les dio cobijo. Son gente agradecida de que sus hijos hoy tengan la posibilidad de una vida mejor, más segura, más tranquila, más plena de oportunidades.