HOMO POLITICUS
Del otro lado de la barrera donde desde lejos se ve el toro que embarazo a la vaca loca que abortó, se encuentran los tímidos rostros del vulgo, que impacientemente esperan transitar por un día más
Se ha efectuado la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción, el anuncio se hizo en Palacio Nacional y, estuvo pletórico de signos de esperanza política y social.
Chaplin sostenía que “reír hace buena sangre”. Pese a los ecos de bombos y platillos con que se anunció el Sistema Nacional Anticorrupción, la isonomía de los derechos civiles y ciudadanos y, la dosis de crisis de incredulidad y desconfianza institucional, presagiaban el aborto de una vaca loca, es decir, de una fantasía que los ojos del escepticismo y la inteligencia, rechazan la posibilidad de su operatividad.
Este acto me hizo recordar que después de la cuarta copa de vino tinto, siempre empiezo con la hora de las “netas”, espacio donde me sincero y no atiendo al análisis somero y políticamente correcto que a todos les gusta oír y, oír de mí. Sí las netas llegaron, pero no calaron hondo, asemejaron a la obra de teatro “la muerte accidental de un anarquista”, cosa increíble.
Del otro lado de la barrera donde desde lejos se ve el toro que embarazo a la vaca loca que abortó, se encuentran los tímidos rostros del vulgo, que impacientemente esperan transitar por un día más; a ellos, a los tímidos y digo tímidos porque su propia pestilencia y porquería, aunado a su miseria no los empuja a rebelarse ante la fantasía política y de los políticos, no parece preocuparles o importarles, son zombis cuya conciencia ha sido aplastada o impedida por la brutalidad política y cultural.
La náusea fue un factor que hizo vomitar a la vaca loca que abortó, pero el vómito se diluyó entre vulgo, sus pasos lo aplastaron sin llegar a advertir ni su pestilencia ni los grumos que ponían resbaladizo el piso.
Los adictos funcionales son iguales a los políticos, saben que son políticamente correctos, son aceptados pero innecesarios, pero tienen el manejo del poder en alguna área o dimensión social, por lo que son tolerados y asistidos; sus ayudantes les llevan prostitutas y organizan fiestas, mientras el vulgo mira tímidamente en una fila de una ventanilla; observa como la secretaria juega con el WhatsApp y la ventana de Facebook, algunos, refunfuñan con otros, algunos hacen lo mismo que la secretaria, no importa, no hay plazos fatales si no hay multa, así que la secretaria hace como que trabaja.
Entonces la mirada perdida del vulgo vuela, se pierde en el horizonte donde la vaca loca acaba de abortar.