Insólito tigre que perdió su espada

HOMO POLITICUS
 
Todos saben que es un tigre que perdió su espada, pero nadie parece saber que se retiró como los grandes, reconociendo que es preferible la muerte antes que perder la vida

El rugido era más bien un alarido, entre los matorrales tímidamente se asomaban los lugareños, sus huellas eran seguidas por una caravana de hombres enardecidos que pedían su cabeza.
 
Él dio la cara ante la muchedumbre y confesó: “hemos entendido el mensaje fuerte y claro que nos ha mandado la ciudadanía”; días después renunció.
 
Todos saben que es un tigre que perdió su espada, pero nadie parece saber que se retiró como los grandes, reconociendo que es preferible la muerte antes que perder la vida. Pero, como siempre, no faltaron las lágrimas y los lamentos mientras el tigre rugía, algunos agazapados entre los matorrales escondían su culpa y responsabilidad, pero, había que cortarle la cabeza a alguien para expiar las culpas propias; el tigre les facilitó el camino, renunció y se retiró.
 
La liturgia fue como se esperaba, un interinato para calmar a la muchedumbre y posteriormente ungir al nuevo tigre; esta vez, con la pesada carga de la derrota, con la pesada carga de la próxima campaña, la cual parece presagiar una nueva derrota, esta vez, seguramente, más estrepitosa, pero que no habrá de enmendar o componer los vicios de la selva.
 
Los animales de la selva se preguntan, sin embargo, ¿quién podría haber detenido la derrota?, la respuesta no se centra en quién, sino en el proceso de erosión y desgaste que sufrió la muchedumbre, por lo que es lógico suponer que la derrota iría por encima de los rostros, no se trataba de una cuestión unipersonal; los desatinos y desaciertos habían cimbrado la sabana, todos los animales sabían que la sequía era culpa de las malas decisiones del consejo de animales, que terminó por esconderse.
 
No importa murmuró el consejo de animales, hoy perdemos y mañana ganamos, así es el poder, y como había alguna vez advertido el tigre que perdió su espada, “en política ni todo se pierde ni todo se gana”, estas eran palabras de consuelo, pero muy sabias para alguien que ha visto que la muchedumbre entiende poco y sabe poco, por lo que en la jungla todo se arregla.
 
En los hechos, los animales parecen necesitar líderes, porque ante su ignorancia y carencia de organización y conducción, la manada se fragmenta y los animalitos no saben qué hacer, por ello aunque el tigre haya perdido su espada, otro la encontrará y volverá a reinar.

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