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PEDAZOS DE VIDA

PEDAZOS DE VIDA

La sombra que no se ve 

Por la noche es cuando más sentimos su presencia, no es que se trate de algo maligno o que sólo ocurra de noche. Es lógico que la quietud y el silencio sean constantes por las noches, a diferencia del día, en que todo el ruido de la calle pareciera que entra por las ventanas como tren descarrillado, que al chocar con las paredes, sale convertido en eco.

Nunca hemos visto qué es, pero en la familia hay diversas creencias que bien podrían dar la pauta para echar apuestas y adivinar qué o quién es lo que se siente en casa. En las siete personas que vivimos aquí no existe duda de que es un tema sobrenatural, que el frío que se mete por la piel y la abandona llevándose su quietud y su calor no es cosa que se pueda explicar desde el origen de la misma; es decir, sabemos que hay procesos en el cuerpo que provocan algunas reacciones, que tiene  que ver con situaciones, e incluso con la ingesta de ciertos productos, pero lo que sucede aquí sabemos qué es pero no qué o quién lo origina. 

Cuando han venido visitas, dicen que se trata de un alma en pena, otros que es la energía acumulada de la casa que está en pie desde hace dos siglos; algunas de mis tías coinciden en que es un espíritu, pero mientras mi tía Fernanda dice que es de un hombre porque la piel se crispa de forma exagerada, mi tía Idalí dice que es de un joven que no tiene maldad, en cambio mi tío Bonifacio dice que no puede ser de un niño porque no hace travesuras. 

La verdad es que no sabemos. Ya vinieron a bendecir la casa, echaron cuanto remedio quisieron, intentaron entablar comunicación con el ente pero hasta el momento nadie ha visto realmente la materialización de eso que se siente, que hace que la piel se ponga chinita aunque no haga frío, esa presencia que a veces parece voyerista y no te deja bañarte en la desnudez completa, porque sientes su mirada. 

A veces, cuando estoy sola me acomodo en el sofá, imagino que está frente a mí, como un bulto negro sin rostro, sin que sepamos si es hombre o mujer, si es un alma o la creación monstruosa de un ser que hemos fortalecido con nuestra imaginación. Otras veces hago como que estoy hablando sola, de pronto hago como si lo viera y saludo pero nunca he tenido respuesta, eso se agradece pero también se lamenta. 

Con el paso del tiempo hemos aprendido a estar con esa sombra que no se materializa nunca, que no vemos y de la cual no conocemos su forma, pero que nos sigue por toda la casa como un perro que te ve con el plato de comida. Para nosotros la sombra está ahí y la sentimos pero estoy segura de que jamás, al menos en vida, la voy a poder ver.