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Un día más 

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Un día más 

PEDAZOS DE VIDA

El día comenzó soleado, pero conforme pasaron las horas el clima se descompuso y al medio día la lluvia azotó la ciudad. Como era de esperarse, Jan no traía paraguas, el frío que provocaba el agua al caer sobre su cuerpo ya lo había vivido antes, así que no había nada nuevo de esa experiencia, por lo que siguió caminando empapado por el agua de lluvia.

Mojado de pies a cabeza llegó a casa y se alistó para tomar una ducha, el agua se acabó cuando todavía no comenzaba a enjabonarse, así que tomó la toalla, se secó, se puso la ropa interior y se cobijó. Intentó encender la televisión pero la tormenta eléctrica había provocado un desastre en más de uno de sus aparatos  electrodomésticos. 

Sin más remedio, puso música. Su ropa tirada en el baño seguía derramando agua de lluvia, mientras sus recuerdos se escurrían en la mente. Cerró los ojos para abrirlos de nuevo. La adrenalina que todavía gobernaba el momento no le permitía dormir, así que intentó calmarse. Descalzo, caminó hacia la cocina para buscar algo para beber, pero la cerveza, el refresco y el jugo no fueron suficientes.

Luego, a la sed se sumaron las náuseas, y la mezcla de todas las bebidas pasaron de la boca al escusado, no era la primera vez que ocurría esto, desde que le habían diagnosticado la enfermedad se había quedado sin alma, sin embargo su cuerpo no se había enterado e intentaba en su naturaleza humana continuar su existencia. 

Fue su cuarto crimen, es decir, la cuarta vez que sentía todo eso a lo que lentamente se hacía adicto, pronto vendría el bajón anímico, y podría dormir toda la tarde y toda la noche, para despertar por la mañana, alistarse para encabezar la ceremonia y enterarse, después de la misa, de que en el pueblo otro hombre había sido asesinado, ¿quién iba a sospechar del padrecito Jan?