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De gallinas y T-Rex

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De gallinas y T-Rex

El Mercadólogo 

  • Entiendo que sea difícil encontrar la relación entre dos especies tan diferentes, pero existe, como muchas otras relaciones evolutivas tan diferentes

La hipótesis más conocida para explicar la extinción de los dinosaurios es que, hace 65 millones de años, impactó un meteorito gigante contra la Tierra, haciéndolos desaparecer. Bueno, no a todos. Thomas Henry Huxley fue el primer científico que propuso que los dinosaurios podrían haber evolucionado hasta convertirse en aves. Te invito, querido lector, a imaginar a un poderoso Tiranosaurio Rex, con sus más de 11 metros de longitud y su peso de más de cinco toneladas. Ahora, imagina una gallina. Sí, una gallina común. ¿Se parecen? Pues, aunque no lo creas, hay estudios que demuestran que las gallinas y los avestruces descienden del Tiranosaurio Rex.

Entiendo que sea difícil encontrar la relación entre dos especies tan diferentes, pero existe, como muchas otras relaciones evolutivas tan diferentes. La necesidad de adaptarse a un nuevo entorno y sobrevivir ha llevado a las especies, durante millones de años, a modificar sus características físicas y su comportamiento. De eso se trata la evolución: de sobrevivir.

Desde hace unos años, las redes sociales en México se han llenado de un nuevo término: las “nenis”. Con este término se engloba, de forma sarcástica, a esas personas, en especial mujeres, que se dedican a vender productos a través de las diferentes plataformas de interacción social. El término surge a raíz del tipo de lenguaje que suelen emplear estas personas, utilizando palabras cariñosas en diminutivo: «neni», «guapi», «cari» y similares, intentando ser cercanas a sus clientes. El auge de memes, publicaciones y comentarios de forma «graciosa» hacia este nuevo colectivo es debido a los efectos de la crisis económica en la que estamos actualmente, ya que obliga a que cada vez más personas, sobre todo mujeres, tengan que recurrir a la economía informal.

Sin embargo, el fenómeno de las ventas informales por redes sociales no es nuevo. Ni siquiera lo es el hecho de que las mujeres se dediquen más a la venta informal que los hombres. Basta recordar el auge en los años noventa de las ventas por catálogos, muy populares en oficinas y centros de trabajo, que solían ser impulsados por mujeres. Podríamos considerar este tipo de ventas como el precursor de las actuales «nenis».

Tal vez, llegados a este punto, deberíamos reflexionar por qué este tipo de actividades es desarrollado principalmente por el sexo femenino. Es indudable que, en nuestra sociedad, los roles de género establecidos indicaban que el varón debía «llevar el pan a la mesa», situarse como el proveedor de la unidad familiar, mientras que la mujer debía de ser la encargada de la economía doméstica y de los cuidados de los integrantes de la familia que los requieren: no solo niños, también adultos mayores.

Cuando la aportación económica del hombre no es suficiente para afrontar los gastos generados por la unidad familiar, la otra parte tiene que pensar en la manera de generar ingresos y que, a su vez, sean compatibles con las labores de cuidados desarrolladas. Este condicionante impide a muchas mujeres incorporarse a trabajos con horarios rígidos o con jornadas completas, ya que hasta la fecha no se ha inventado una forma de estar en dos sitios a la vez. El espejismo del teletrabajo nos hace creer que esto es posible, pero la realidad es que es imposible atender una reunión de trabajo y a la vez cambiar un pañal o evitar que un niño pequeño se rompa la cabeza por saltar sobre la cama.

La única salida que les queda a estas mujeres para sobrevivir es adaptarse y evolucionar. Para ello, tienen que recurrir a las ventas informales. Su labor, además, ayuda a reactivar la economía local, genera fuentes de empleo y busca conseguir una estabilidad económica. Son conscientes de que no van a lograr llegar al mismo nivel que los grandes emprendedores, como Bill Gates, Steve Jobs o Jeff Bezos, aunque sus inicios son muy similares: desde casa. Pero eso no les impide buscar respuestas cada vez más creativas e innovadoras.

El Tiranosaurio Rex era una criatura imponente, hoy reservada solo a los museos, mientras que las gallinas, poco vistosas, han conseguido adaptarse y sobrevivir. Si nos dieran a elegir entre ser un Tiranosaurio o una gallina, tal vez la mayoría elegiría al dinosaurio por su impacto visual, aunque eso significara extinguirse. Muchas veces es mejor ser menos vistoso, pero sobrevivir.