
CRÓNICA DE VIDA
Conocí a Adalberto hace 22 años, al inicio del noticiero radiofónico Al aire. Todas las mañanas poco antes de las nueve de la mañana hacía con él mi recomendación cinematográfica.
Pero no fue sino hasta la cena de fin de año en que lo conocí en persona. Resultó curioso ponerle cuerpo a esa voz amiga con la que también platicábamos de deportes, y conocer a su bella familia.
Paradójicamente Adalberto eras chiva de corazón, fanático del Real Madrid y nostálgico de los Pericos de Puebla, tu estado natal. Todo lo contrario al que esto escribe, americanista de hueso colorado, barcelonista e incondicional de los Tigres.
Eso hacía que tuviéramos nuestros piques deportivos, pero eso si, dentro del mayor respeto profesional que nos llevaba a complementarnos casi con los ojos cerrados.
Posteriormente comenzamos a hablar de las figuras que habían fallecido en el transcurso del día, lo que nos llevaba a hacer nostálgicas crónicas del México que se fue, y que no conocieron las nuevas generaciones.
Recuerdo con especial gratitud tu llamada telefónica para darme el pésame por el fallecimiento de mi madre. Tus palabras de aliento y las de mi entrañable amiga Bárbara fueron las que me ayudaron a salir adelante.
Tu salud comenzó a deteriorase, y fuiste sustituído por tus hermanos Javier y Martín, y hasta por el siempre entusiasta productor Gerardo Islas.
Por eso cuando el noticiero se despidió en diciembre pasado, lo único grato fue volver a oir tu voz agradeciéndonos nuestra colaboración.
Dos meses después emprendiste el camino que hemos de seguir todos, para gozar de un merecido descanso.
¡Hasta la vista entrañable amigo!