Los diluvios han sido eterna sentencia de muerte para la humanidad, y desde tiempos inmemoriales la única posibilidad para salvarse de esos desastres, generalmente ordenados por Dios, ha sido que pese a tanta maldad, surja resplandeciente una muestra de amor, y es por eso que se le considera, además de perdición, la posibilidad de cuidar el alma cuando ya nadie da un peso devaluado por la misma.
De tal modo que cuando llueve, los clamores al cielo tienen que ver siempre con el temor de que no pare, y en una de esas quedemos convertidos en cadáveres hermosos con la mirada perdida a mitad de una laguna que de pronto nos creció en el jardín.
Pero resulta que con todo y que sabemos que el amor nos salvará, casi siempre nos espanta, porque le hemos achacado culpas que nada tiene que ver con él, y sí en cambio con lo que le inventamos.
Es un hecho sin embargo, que si insistimos que somos inmunes a la capacidad de querer, no lograremos sobrevivir ni siquiera a la menor y más débil de las lluvias, porque desamorosos quedaremos tirados en la calle con buches de agua que brotarán de la boca.
De tal modo que por simple necesidad de sobrevivir deberemos acudir a la convocatoria para que el amor nos ilumine los ojos, y luego entonces adquirir por adelantado indulgencias divinas.
Debemos salvarnos porque no hay otro camino. Porque la humanidad, ayer lo señaló una noticia que al final se supo que fue inventada, se acerca a una Tercera Guerra Mundial, y con todos los avances tecnológicos para matarnos, es un hecho que sería la extinción del ser humano.
Así que nos conviene el amor.
Y no se trata de cumplir los requisitos que ponen los que ponen requisitos para catalogarlo como tal. El asunto es que en la vida simple, la de usted, la mía, haya espacio para llevar sol a la vereda por donde caminamos, es decir amor.
Y le insisto: no hay requisitos que cumplir.
Dios mismo le agradecerá que le detengan la mano que desaparece sus creaciones, y nos deje otros siglos en la tierra que nos construyó.
No hay ocupación más importante, ni más provechosa, que el amor. El amor que salvará la humanidad.
Por esta que es cierto.
Mil gracias, hasta mañana.
CITA:
De tal modo que por simple necesidad de sobrevivir deberemos acudir a la convocatoria para que el amor nos ilumine los ojos, y luego entonces adquirir por adelantado indulgencias divinas.