* Final de recorrido a la vista
El día de ayer en Francisco I. Madero, el gobernador del estado, Francisco Olvera Ruiz, se refirió por primera vez a la finalización de su mandato. “Si queremos que Hidalgo se siga consolidando como una tierra de trabajo, tenemos que atender cada comunidad, cada municipio; y así como lo estamos haciendo en unidad, lo habremos de seguir haciendo en los meses que nos faltan”, dijo.
El mandatario hidalguense asumió de este modo, uno de los momentos más difíciles en toda persona que ejerce el poder, y con esto nos referimos al tiempo exacto en que simplemente se encuentra con el final del recorrido, y por ende el escenario en que a la par de cumplir con la encomienda de gobernar a una entidad como la nuestra, deberá darse a la tarea de confeccionar el legado que habrá de dejar.
Ningún hombre de poder se asoma a la conclusión de su gobierno, sin la pretensión de identificar el tiempo que lo tuvo a su cargo con un estilo, pero sobre todo una forma de hacer política.
En un año cuando mucho, ya con candidatos en campaña para buscar sucederlo, la imagen del gobernante deberá empezar a reducirse, en un rito ancestral que implica la no competencia del que se va con el que llega. No es de ahora, es de siempre.
Por eso son tan importantes los últimos meses en la gestión de un gobernador, porque aún sin las sombras de lo que representa el pase casi mágico en que otro es ungido como nuevo poseedor del poder, es el momento exacto para dar vida al legado del mandatario en turno.
Desde estos momentos es posible adelantar que un logro fundamental en el actual sexenio, es el aspecto de la seguridad. Con todo y un panorama crítico a diestra y siniestra, Hidalgo ha logrado evitar ser consumido por la vorágine del crimen organizado. Hay hechos preocupantes sin duda, pero no han sido la generalidad, y eso es importante de ser anotado.
Para quien llega a la entidad procedente de otras latitudes, es un elemento vital que aquilata cuando lo cotidiano eran los levantones, asesinatos en plena vía pública y ciudades donde simplemente resultaba una aventura transitar luego que caía la noche.
Enfocar su quehacer gubernamental a la atención de comunidades marginadas, a la realización de pequeñas obras pero que en su conjunto representan buena parte del presupuesto estatal, permitieron impactar de manera positiva localidades que habían permanecido a la buena de Dios.
No se dejó tentar por megaobras como el aeropuerto, y menos distraer tiempo y esfuerzo para un algo cuya decisión no estaba en sus manos, sí en cambio en la coyuntura política. Proceder de esa forma ahorró apuestas sin sentido, sobre todo económicas, para un estado que simplemente ya no estaba para una nueva aventura sin rumbo.
Tiempo el que ha pasado. Vertiginoso. Apenas con el espacio para descubrir que el camino está a punto de terminar.
El legado histórico es hoy vital. Todo hombre de poder lo busca.
Mil gracias, hasta mañana.
twitter: @JavierEPeralta