Muerto en vida, atrapado sin salida

Muerto en vida, atrapado sin salida

De adicto a adicto

Compulsión agresiva, incontrolable

Yo no sabía ni entendía lo que es la enfermedad del alcoholismo, no soy de los que podía tomar tres o cuatro, definitivamente no podía parar, tomaba cerveza con tequila, una tras de otra hasta quedar como araña fumigada, me quedaba dormido en las mesas de las cantinas de los restaurante, me sacaban de aguilita, la mayor de las veces, sucio, vomitado, a pesar de los pesares, yo no aceptaba que tenía un serio problema por mi manera de beber, al final de mi carrera alcohólica consumía una botella diaria de vodka, no me di cuenta del severo daño que causo en mi vida mi enfermedad del alcoholismo, brinqué la línea de ser en apariencia, un alcohólico funcional, o mal llamado alcohólico social, a un verdadero enfermo de alcoholismo crónico, no acepté que mi situación era progresiva, incurable y mortal, por supuesto, me dominaba la negación, lleno de soberbia decía que yo podía dejar de consumir cuando yo quisiera y no era así, nunca lo fue, la verdad de las cosas es que ya no podía parar, junto a esta carrera infernal, llegaron severas consecuencias y grandes pérdidas, mi matrimonio se fue por el caño del drenaje, los pleitos, celos, insultos, humillaciones, fueron el pan nuestro de cada día, en lo económico, toque fondos, me quedé en la ruina, me corrieron de mi trabajo, perdí imagen, dignidad, credibilidad, mi imagen, era propiamente la de un té por ocho, sin pena, ni me perdí a mí mismo, entre al laberinto de las depresiones y al mar de las conmiseraciones, viviendo una vida en blanco y negro, que no le deseo a nadie.

Mi amiga, mi esposa, mi amante, mi todo

Cuando llegó la cocaína a mi vida, todo se complicó, consumía mucho más alcohol que antes, no comía, no dormía, no trabajaba, no vivía, y si lo hacía era para drogarme, me drogaba para vivir, de igual manera. Fui víctima de mi compulsión, no podía dejar de inhalar cocaína, no podía parar, era un pase tras de otro, la cocaína me descalcifico mis huesos y recurrí a la morfina sintética para calmar mis dolores, me hice adicto a la morfina, me inyectaba mañana, tarde y noche y de ahí, me convertí en farmacodependiente, más las casi tres cajetillas de cigarros que me fumaba al día, me volví loco con mis delirios de persecución, mis delirios auditivos y visuales, dormía con dos cuchillos en las manos, generando que dos tipos iban a bajar de los ductos del aire acondicionado a matarme, llegué a pesar menos de cincuenta kilos, amarillo, ojeroso, sin ilusiones, muerto en vida, no dabas por mí un cacahuate, vil teporocho, nacido para perder, mediocre hasta las cachas.

Crónica de una muerte anunciada

Duraba días enteros, encerrado en mi recamara, sin bañarme, drogándome todo el tiempo, pude visualizar un montón de vasos medios llenos, medios vacíos por todos lados, platos sucios, kleenex y papel de baño impregnados de mocos en toda la alfombra, ropa y zapatos por donde quiera, ceniceros atascados de colillas, ceniza y papeles chupados donde venía la cocaína, así como ese cuadro de mi recámara, así  estaba mi vida, hecha un desastre, hundido en mi soledad, atrapado en mis depresiones y víctima de mis conmiseraciones, una vida inútil, nada divertida, con los crudos ingredientes de mis delirios obsesivos, mi celotipia infernal y mis delirios de persecución, en mi mente enferma, llegué a leer letreros escritos con tinta sangre en la pared. – ¡Púdrete! Te vamos a matar, cabrón- Yo veía y leía, mensajes que solo yo podía ver y me volvía loco por los pensamientos patológicos, sí cánticos repetitivos, cuando mi mujer, le dijo a alguien que yo necesitaba ayuda de algún psiquiátrico, me ofendí tanto, que procesé una demanda por difamación de honor.- ¡Loco! – Toqué fondos muy crudos, tristes pero que no fueron suficientes, yo juraba y juraba después de una santa guarapeta de que ya no me iba a drogar y bastaba con darme el primer pasecito de cocaína para volver a la danza del atascamiento.

Los adictos somos alma gemelas

No hay diferencias, somos como copias al carbón, la perra enfermedad es igual de cruel para un marihuana que para un borracho, o un cocainómano, no hay diferencias con el ludópata, el heroinómano o el farmacodependiente, es exactamente lo mismo, emocionalmente hablando, únicamente cambiamos de sustancias, escenarios y de fondos, hay de todo en la villa del Señor, entrar al infierno es muy fácil, salir de él, es meramente imposible. El adicto se aferra a pésimos hábitos y costumbres tóxicas que le impiden una rehabilitación física, mental y emocional, no llega al camino espiritual por lo tóxico de sus pensamientos, tal vez, llegues a un grupo de autoayuda y podrás mantenerse limpio, pero estás esclavizado a una borrachera seca, a un personalidad enferma, por demás tóxica y a la vuelta de la esquina se topará de nuevo con las atractivas sustancias, será entonces, el cuento de nunca acabar.

Un abismo profundo y negro, e incierto                                                                     

¿Por qué se hace adicto, el adicto? Crisis económica, ausencia de valores, carencia de códigos educativos y de ética, malos ejemplos, herencias nefastas, emocionales y genéticas, mala comunicación, poca convivencia, amistades tóxicas, influencias cibernéticas y de medios, identidades y personalidades falsas, apatía,  otros factores palpables, ponen en riesgo a la gran mayoría de las familias, no importa, si se es rico o pobre, indígena o menonita, de la clase media, baja o alta, no hay edad ni religión, esta enfermedad emocional agarra a todo el mundo por parejo, es una herencia genética que se ha venido transmitiendo de una generación a otra, los niños nacen con una alta predisposición al alcoholismo y la neurosis, son candidatos a caer en las garras de la perra, de la maldita enfermedad perversa del alma, La Saliva del Diablo, crecen, estos adictos en hogares disfuncionales y han de romperse tuti la madona por sus nefastas conductas tóxicas que  no desaparecen en toda la vida, muchos de estos niños, de esta época, son nacidos para perder.

Sálvese quien pueda

Esta época,  es extremadamente difícil en la convivencia humana, la tendencia es fracasar como matrimonio, hundirse en un hoyo y llegar al divorcio violento, por demás conflictivo, es alejarse de la paz y la armonía que se supone debe reinar en un hogar, se vive segundo a segundo, en pleitos, como perros y gatos, no hay respeto, ni comunicación sensata, la neurosis aflora, cometemos sendos errores, hiriendo, agrediendo todo el tiempo,  dejando heridas profundas en nuestros seres cercanos, golpeamos, sabemos dónde golpear, entre hermanos, entre esposos y entre padres e hijos, sabemos que nuestra lengua pega fuertemente en la parte más sensible de quien queremos lastimar y en el otro extremo podemos ver una película pegados como muéganos, pero huecos, tendremos pocos momentos de amor profundo y excesivo, pero somos mecha corta, explotamos y enojados no medimos nuestras consecuencias, ni la magnitud de nuestras palabras y acciones, pero todo obedece a lo que señalo al principio de este párrafo, creemos tener todo el derecho de corregir a los demás y somos expertos en meternos en lo que no nos importa.

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