Hallan guacamaya momificada en Chihuahua

El hallazgo comprueba que la Sierra Madre Occidental fue un corredor cultural entre la costa y el desierto desde tiempos anteriores a Paquimé

En una cueva ubicada en el municipio de San Francisco de Borja, Chihuahua, alcaldía donde no se tenía registro alguno de la existencia de evidencias arqueológicas, fue descubierta una guacamaya momificada de manera natural, la única depositada —al parecer completa— en un posible contexto funerario. El hallazgo comprueba que la Sierra Madre Occidental fue un corredor cultural entre la costa y el desierto desde tiempos anteriores a Paquimé.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM), prepara un proyecto de investigación arqueológica para realizar un estudio en las diversas cuevas de esa región del suroeste de Chihuahua, en las faldas de la Sierra Madre Occidental, donde es posible que haya rastros del intercambio cultural entre grupos humanos prehispánicos de Chihuahua y las costas del Golfo de California.

El arqueólogo Emiliano Gallaga Murrieta, director de la EAHNM, junto con personal de la Academia de Arqueología de la citada casa de estudios, atendió la denuncia del señor Manuel Rodríguez y su hijo, pobladores del ejido de Avendaños, en San Francisco de Borja, quienes avisaron que encontraron materiales arqueológicos cuando realizaban obras para nivelar el suelo de una cueva de su propiedad.

Los vestigios habían sido recolectados por los pobladores y fueron entregados a los arqueólogos. Los materiales están fragmentados, sin embargo, por el tipo de objetos, los especialistas han intuido que en la cueva debió haber una tumba o fardos funerarios de por lo menos dos individuos. Identificaron dos cráneos de adulto, varios huesos largos, una cesta, una base para olla de cestería, un textil, cordel de algodón y pelo humano, una posible bolsa o taparrabo de piel de venado, un caracol y la cabeza momificada de manera natural de una guacamaya bandera, que se distingue por el gran colorido de sus plumas.

Por su estado de conservación, entre los materiales sobresalen: el textil, que pudo ser parte de la envoltura de los fardos, los materiales de cestería y, en especial, la cabeza de la guacamaya. “De acuerdo con los pobladores de San Francisco de Borja, el ave estaba completa, entre la tierra había otros pedazos de su cuerpo, pero sólo colectaron la cabeza. Desgraciadamente no podremos confirmar si formó parte de un acomodo funerario, porque sabemos que ahí estaba pero ignoramos cómo”.

El arqueólogo explica que la gran mayoría de bibliografía hace referencia al uso ritual de la guacamaya en el periodo Medio de Paquimé (1,060 a 1,340 d.C.). Algunos fragmentos de esqueletos y plumas del ave se han encontrado en contextos ceremoniales y funerarios, y también como parte de bolsas y pendientes; pero es la primera vez que se localiza este pájaro, presuntamente completo, en un contexto arqueológico. Así que ésta sería la primera evidencia de una guacamaya, que posiblemente fue enterrada completa al lado de un ser humano, que por las condiciones ambientales de la cueva se momificó de manera natural.

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